Jueves 10 de octubre de 2019 – Pedir.
H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, en mi vida diaria encuentro muchas ocasiones en las que no me acuerdo de Ti. Te pido que no dejes de llamar mi atención para que pueda permanecer a tu lado y así pueda amarte.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
“Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Qué podemos pedir a Dios con tanta insistencia? Hay algo que debemos desear y añorar, hay una cosa que debemos pedir constantemente, sin importar el cansancio que podamos experimentar. Dios nos hace ver la importancia de esta petición.
Lo que pedimos a Dios, a veces, puede centrarse en la búsqueda de salud o bienestar. Puede que lo que pedimos se reduzca a una lista de deseos o necesidades. No está mal, pues Él nos cuida como el Padre que cubre todas las necesidades de sus hijos. Pero, al mismo tiempo, siembra en nosotros la sed de algo más profundo.
¿Qué es lo más valioso que podemos pedir a nuestro Padre? Cristo mismo nos ilumina con una pregunta: “¿Cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”
El Espíritu Santo guía nuestros pasos, silenciosamente nos va empujando, camina a nuestro lado sin que le veamos, se mantiene tan cerca de nosotros que no siempre le vemos. Es un don, agua viva, flama ardiente de amor, luz de eterna esperanza, dulce consuelo… Él sostiene y ordena todo el universo, pero, al mismo tiempo, marca el latido de nuestro corazón, ilumina nuestro entendimiento, levanta nuestra mirada y nos permite llamar a Dios como “Padre”.
Solo para pedir esto vale la pena despertar a un amigo.
«Después Jesús cuenta la parábola del amigo importuno y dice: “Debemos insistir en la oración”. Me recuerda lo que hacen los niños cuando tienen tres, tres años y medio: comienzan a preguntar cosas que no entienden. En mi tierra se llama “la edad de los porqués”, creo que también aquí es lo mismo. Los niños comienzan a mirar a su papá y dicen: “Papá, ¿por qué? Papá, ¿por qué?”. Piden explicaciones. Prestemos atención: cuando el papá empieza a explicar el porqué, llegan con otra pregunta sin escuchar toda la explicación. ¿Qué pasa? Sucede que los niños se sienten inseguros acerca de muchas cosas que comienzan a comprender a medias. Solo quieren atraer la mirada de su papá hacia ellos y por eso: “¿Por qué, por qué, por qué?” Nosotros, en el Padre Nuestro, si nos detenemos en la primera palabra, haremos lo mismo que cuando éramos niños, atraer la mirada del padre sobre nosotros. Diciendo “Padre, Padre”, y también diciendo: “¿Por qué?” Y Él nos mirará.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 28 de julio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si
crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trataré de hablar más con el Espíritu Santo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.