Jueves 11 de noviembre de 2021 – «Un Reino vivo y resucitado»
Vinicius Pessuti, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Con gran confianza vengo a ti, Señor Jesús, para encomendarme fervientemente a ti. No desprecies mis súplicas, mi gran Amigo, y dígnate recibir con devoción todas las gracias que quieras derramar en mi corazón. Que así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.
Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A veces, como aquellos fariseos, nos preguntamos y nos confundimos, porque no sabemos discernir dónde está el Reino de Dios. En este Evangelio, Jesús mismo nos dice una vez más que el Reino de Dios ya está entre nosotros y se manifiesta en nuestros corazones.
El Reino de Dios es Jesús, vivo y resucitado, actuando en nuestras vidas a través del poder del Espíritu Santo. Por eso no podemos olvidar nunca que el Reino de Dios no es una mera predicación de la gente, ni cosas que suceden de forma extraordinaria y llaman nuestra atención, sino que es una realidad dentro de nuestros corazones. Jesús sigue vivo entre nosotros y, por el bautismo, el Espíritu Santo habita en lo más profundo de nuestro ser, permitiéndonos tener una íntima comunión con el Padre y el Hijo.
El Reino de Dios consiste, pues, en tener a Jesús mismo como Rey de nuestra vida, Maestro de nuestras acciones y luz de nuestros pensamientos. Cuando te digan: «alguien está haciendo milagros, corramos», no te apresures, porque ese milagro también puede estar ocurriendo en tu vida, dentro de ti. Jesús está ahí para renovar tu corazón, dar un nuevo sentido a tu vida y llevarte a vivir una verdadera conversión transformando los valores humanos en riquezas evangélicas.
Si no podemos «ver» a Jesús en nuestro interior, difícilmente lo percibiremos fuera de nosotros, porque sólo vislumbramos las realidades espirituales en nuestro interior. En el mundo, a través de las personas, sólo podemos percibir los signos y guiños de Dios como un mensaje para nuestro crecimiento espiritual y humano, para que nos convenzamos cada vez más de su presencia en nuestro corazón.
«Todos nosotros estamos llamados en este camino del Reino de Dios: es una vocación, es una gracia, es un don, es gratuito, no se compra, es una gracia que Dios nos da. Y todos nosotros los bautizados tenemos dentro el Espíritu Santo. ¿Cómo es mi relación el Espíritu Santo, el que hace crecer en mí el Reino de Dios? Una buena pregunta para hacernos hoy todos nosotros: ¿Yo creo, verdaderamente creo que el Reino de Dios está en medio de nosotros, está escondido, o me gusta el espectáculo?». (S.S. Francisco, Homilía, 1 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Espíritu Santo, en este momento rezo esta oración para calmar mi corazón, porque confieso que está muy agitado, ansioso y a veces triste por situaciones difíciles en mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo! Sobre mi corazón, trae consuelo, y haz que se calme. Necesito tu presencia en mi ser, porque sin ti no soy nada, pero contigo puedo hacer todo.
Una invitación a rezar sobre estas preguntas con Jesús:
¿Entiendo ahora dónde está el Reino de Dios? – ¿Cómo está ocurriendo en mí? – ¿Soy de los que corren cuando oyen que alguien “hace milagros”? – ¿He notado que los milagros también ocurren dentro de mí? – ¿Noto algún cambio en mis valores y en mi forma de ver las cosas y las personas?
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Asegurarme de que Dios es el primero en mi vida, y observar hoy con atención dónde está Dios en mi corazón y en mi historia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.