Jueves 12 de mayo de 2022 – Los pequeños dones con grande aprecio
Alexis Montiel, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi Señor, yo te pido que me laves no sólo los pies, sino todo mi pecado, para que me pueda poner siempre en tu presencia, y te ame, te experimente, te quiera…
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20
En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos. No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy. Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué pobre soy. Me enfada que se puedan burlar de mí en el colegio, en la universidad, con mis amigos, que me digan mocho, anticuado.
¡Qué ridículo soy! ¿Qué me pueden decir los demás…? Que digan lo que quieran, Tú lo dejaste bien claro, no he muerto yo, Tú moriste por mí, Tú eres quien diariamente es ofendido cada vez que yo insinúo pronunciar tu nombre, vivir tu mensaje, ¿y me siento la víctima de las ofensas?
Tú has dicho que quien te recibe a Ti, recibe a quien te ha enviado, quien me recibe a mí, recibe a quien me ha enviado… soy enviado tuyo, no puedo quedarme indiferente ante tanto mal, ante tanta tristeza, ante tanto dolor…
Más de una vez me he sentido solo, sin nadie que me acompañase, y en vez de abandonarme en mi tristeza y soledad, Tú mandaste alguien que me consoló, alguien que me dio la mano cuando nadie confiaba en mí, alguien que me mostró tu rostro con una sonrisa, con un gesto, con unas palabras de aliento; y luego viene un «que Dios te bendiga.» Les daré el mismo nombre que tenían en la antigüedad: Ángeles, pues no se contentan con mi bien corporal, sino que Tú les das la gracia de ser mensajeros y, sin embargo, ¿cuántas veces no los ofendo con las mismas palabras que tengo miedo de escuchar sobre mí…?
«El Señor nos escucha: llamadlo. Señor, mira esto. Mira cuánta pobreza, cuánta indiferencia, cuánto se mira para otro lado. «Esto, no me concierne a mí, no me importa». Hablad con el Señor: «Señor, ¿por qué? Señor, ¿por qué? ¿Por qué soy tan débil y tú me has llamado a este servicio? Ayúdame, dame fuerza y humildad». El núcleo de la misericordia es este diálogo con el corazón misericordioso de Jesús».
(Homilía del Papa Francisco, 3 de septiembre de 2016)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré a un lado el respeto humano y bendeciré los alimentos delante de mis amigos, familia, compañeros…
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.