Jueves 14 de febrero de 2019 – Expresar sin miedo la verdad.
Santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, te entrego este momento de mi vida; dispón de él para hablarme y mostrarme tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.
Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, él le respondió: “Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La mujer le replicó: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”.
Entonces Jesús le contestó: “Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija”. Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Realmente no hay una historia como ésta en la Biblia. Bueno, la única excepción puede ser cuando Moisés hace que Dios cambie de opinión. Pero esta mujer hace más que hacer que Jesús cambie de opinión ¡Ella pone el mundo de Jesús de cabeza! Ella hace que Jesús admita para qué y para quién es su ministerio.
La mujer dice la verdad. Y cuando se dice la verdad, los mundos cambian. Su mundo cambió. Lo mismo para Jesús. Él trató de escapar de ella, trató de escapar (Marcos 7:24). Sin embargo, el resto de su ministerio no puede ser el mismo gracias a ella.
Nosotros decimos que queremos que nuestro mundo cambie, pero ¿lo queremos realmente? Porque cuando nuestro mundo está a punto de cambiar, requiere algo de preparación, aceptar los cambios, acostumbrarse. La vida, obviamente, nunca volverá a ser la misma. No podremos volver a ser como antes. Así que elegimos permanecer donde estamos porque nos convencemos a nosotros mismos de que se necesita mucho menos esfuerzo vivir vidas de falsedad que reunir la energía necesaria para pasar de la mentira a la honestidad. Decir la verdad supone un riesgo. Se necesita valor, mucho valor. Así que no decimos la verdad. Nos quedamos en silencio. Nos mordemos la lengua; esperamos el momento adecuado, el cual, por cierto, nunca, nunca llega. Permanecemos en nuestras ilusiones, en los mundos inventados que hemos creado que están cuidadosa y estratégicamente alejados de la verdad que desesperadamente queremos vivir.
Esto es verdad en nuestras vidas personales y en nuestras vidas como cristianos. No es necesario que diga cuán cierto es esto. Sólo hay que detenernos y pensar por un minuto en las mentiras que vivimos y en las verdades que tememos contar. Hay que decirnos a nosotros mismos la verdad. Porque ése es el primer paso para decir la verdad a los demás. Y un cristiano auténtico, un cristiano que es creíble, el tipo de cristiano que necesitamos en estos días necesita vivir en la Verdad, hablar sobre la dificultad de decir la verdad y expresar sin miedo las verdades difíciles de decir.
«¿Cuántas veces hemos pedido y no hemos obtenido, todos lo hemos experimentado, ¿cuántas veces hemos llamado y encontrado una puerta cerrada? Jesús nos insta, en esos momentos, a insistir y no rendirnos. La oración siempre transforma la realidad, siempre. Si las cosas no cambian a nuestro alrededor, al menos nosotros cambiamos, cambiamos nuestro corazón. Jesús prometió el don del Espíritu Santo a cada hombre y a cada mujer que reza.
Podemos estar seguros de que Dios responderá. La única incertidumbre se debe a los tiempos, pero no dudamos de que Él responderá. Tal vez tengamos que insistir toda la vida, pero Él responderá. Nos prometió: no es como un padre que da una serpiente en lugar de un pez. No hay nada más seguro: un día se cumplirá el deseo de felicidad que todos llevamos en nuestros corazones.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 9 de enero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentar vivir siempre según la verdad, tomando mis decisiones cotidianas en el contexto de la Verdad, que es Cristo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.