Jueves 15 de noviembre – La sencillez de la grandeza de Dios.
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia de descubrirte en mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: «¿Cuándo llegará el Reino de Dios?». Jesús les respondió: «El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘está aquí’ o ‘está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes».
Les dijo entonces a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘está aquí’ o ‘está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús siempre se ha caracterizado por su sencillez. Lo podemos ver en su nacimiento. Si bien se nos cuentan historias y, tal vez, hemos visto películas en donde aparecen luces que alumbraban desde el cielo el pesebre, con una canción de fondo que va subiendo en intensidad… Sabemos bien que es necesario hacerlo para remarcar la solemnidad del momento. Sin embargo, sabemos también que, muy probablemente, no fue así.
Más bien, fue un momento sencillo, sin luces en el cielo, sin canciones de fondo. Jesús se encarnó y lo hizo de la manera más sencilla. Aunque esta sencillez no anula la grandísima profundidad, al contrario, se complementan.
Este es tan sólo un ejemplo (y qué ejemplo) de cómo la sencillez ha acompañado siempre la vida de Jesús.
De la misma manera quiere anunciar la llegada de su Reino. Silenciosamente, no espectacularmente como nosotros podríamos esperar. Su Reino viene de la misma manera en la que Él llegó, sin luces, sin canciones de fondo. Su Reino llega de manera Real, pero sencilla. Su Reino llega de manera sencilla pero increíblemente profunda. Su Reino está ahí, dentro de cada hombre, dentro de cada corazón que desea amar y ama, que desea sufrir por los demás y sufre.
Su Reino está en aquellos que han conocido a Dios y viven de acuerdo con ello.
«La salvación no se compra, simplemente se entra en el banquete: “Bienaventurado quien coma en el reino de Dios”. Y esta es la salvación. Yo me pregunto: ¿qué sienten estos que no están dispuestos a ir al banquete? Se sienten seguros, se sienten con una seguridad, se sienten salvados a su modo fuera del banquete. Han perdido el sentido de la gratuidad, han perdido el sentido del amor y han perdido una cosa más grande y más hermosa aún y eso es muy feo: han perdido la capacidad de sentirse amados. Cuando tú pierdes —no digo la capacidad de amar, porque esa se recupera— la capacidad de sentirte amado, no hay esperanza: has perdido todo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de noviembre de 2017)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy intentaré descubrir el Reino de Dios que está en mí haciendo un acto de caridad a un conocido con el fin de acercarlo más a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.