Jueves 23 de agosto de 2018 – Dichosos, hemos sido invitados.
H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por la vida, por mi familia y por cada uno de los dones que me concedes. Ayúdame a darme cuenta de la grandeza de tu amor por mí y a obrar de acuerdo a aquello que esperas de mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamarán a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envío de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se llenó de cólera, envió sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos, y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?’. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: «Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación». Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ninguno de nosotros puede decir que merece una entrada directa al cielo. La invitación a tomar parte en este banquete depende sólo de la generosidad y amor de Dios. Sin embargo, sí depende de nosotros el aceptarla o no; y Él siempre, siempre, respeta esa decisión. Toda decisión lleva consigo sus consecuencias, los que rechazan la invitación no volverán a ver más a su rey y quién la acepta debe de llevar un traje de bodas. Aun así su mensaje es, y siempre será, una invitación y no una imposición.
La generosidad y el amor de Dios no tienen más límite que aquel que el hombre quiera poner, pues es la única creatura que puede decir «no» a su creador. Con esta parábola, Jesús quiere mostrarles a los fariseos y a los sacerdotes la fealdad de su resistencia al mensaje divino y las terribles consecuencias que ésta trae consigo, dándoles una vez más la posibilidad de arrepentirse y cambiar.
Dios está como un mendigo a la espera de que nos demos cuenta de cuanto nos ama, para que, una vez que tomemos una decisión y nos pongamos el traje de bodas, pueda tomarnos en sus brazos y conducirnos al banquete eterno.
«“Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”: dice “bodas” porque Jesús es el esposo de la Iglesia— esta invitación nos llama a experimentar la íntima unión con Cristo, fuente de alegría y de santidad. Es una invitación que alegra y juntos empuja hacia un examen de conciencia iluminado por la fe. Si por una parte, de hecho, vemos la distancia que nos separa de la santidad de Cristo, por la otra creemos que su Sangre viene «esparcida para la remisión de los pecados». Todos nosotros fuimos perdonados en el bautismo y todos nosotros somos perdonados o seremos perdonados cada vez que nos acercamos al sacramento de la penitencia. Y no os olvidéis: Jesús perdona siempre. Jesús no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón.»
(Homilía de S.S. Francisco, de 201).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una visita a Cristo Eucaristía pidiendo luz y fortaleza para ser fiel a Dios y saber escuchar y responder a la invitación que hoy quiere hacerme.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia .
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.