Jueves 23 de mayo de 2019 – El deseo de Dios.
H. José Romero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por amarme tanto. Ayúdame a corresponder a tu amor descubriendo tu presencia en cada persona que se cruce en mi camino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchos de nosotros hemos pedido un deseo cuando nos tocaba apagar una vela de cumpleaños. En lo personal, cada año era uno diferente o parecido, pero casi nunca era el mismo; pero en Dios, por toda la eternidad, el deseo es el mismo, que permanezca en su amor, que esté con Él y me deje amar.
El Creador del universo desea que me quede con Él; el Todopoderoso me pide que no me vaya, y yo, ¿quiero cumplir su deseo? La respuesta es algo personal porque depende plenamente de mí que se cumpla. Solamente permanecer y nada más.
Pero el permanecer ciertamente no es algo estático, sin hacer nada; el permanecer con Dios requiere vivir como un niño en casa de sus padres, y así como el niño respeta las reglas, así el cristiano respeta las reglas. Pero no son reglas impuestas porque sí, son reglas regaladas para mi bienestar.
Así como nadie duda del amor de los padres a sus hijos, un cristiano no puede dudar del amor de Dios para sí. El mayor deseo de los padres no es que los hijos se vayan, sino que sean felices; el mayor deseo de Dios no es que sus hijos se vayan, sino que sean lo que deben ser. Pero el cristiano solo puede ser cristiano permaneciendo en la casa de Dios, cumpliendo el deseo de estar junto a Él, dejándose amar cada día por Dios.
Vivamos nuestro día permaneciendo junto a Dios, sin alejarnos. Cumplamos el deseo de nuestro Señor, dejémonos amar por Él y vivamos en la casa del Padre permaneciendo en su amor.
«La vid es una planta que forma un todo con el sarmiento; y los sarmientos son fecundos únicamente cuando están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo «permanecer», que en el pasaje de hoy se repite siete veces. “Permaneced en mí” dice el Señor; permanecer en el Señor. Se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar un respiro amplio a nuestro testimonio cristiano en el mundo. Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás, nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia.»
(Regina coeli de S.S. Francisco, 29 de abril de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Examinar cómo estoy viviendo mi día a día. ¿estoy con el Señor?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.