Jueves 24 de diciembre de 2020 – La misericordia de Dios.
H. Juan Pablo García Hincapié, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús estoy a un día de poder contemplarte recién nacido. Que sea tu gracia la que me permita prepararme lo más dignamente posible para poder recibirte con amor sincero en mi corazón. Ayúdame a recordar que lo más importante en mi entrega y en mi amor es tener tu compañía y estar cerca de Ti. Que no pueda separar de mí tu corazón hecho niño recién nacido. Prepárame para poder recibirte esta Navidad en mi corazón de la mejor manera posible. Que sea mi corazón una digna morada para Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir a favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres, y acordarse de su santa alianza.
El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El canto de Zacarías nos recuerda la entrañable misericordia de Dios. La misericordia es totalmente expresada por Dios en el mandar a su Hijo Unigénito para la salvación del mundo. El misterio que contemplaremos en la Navidad es el de Dios hecho niño. Esta es una de las muestras más grandes de la misericordia de Dios y, al mismo tiempo, el habernos preparado para este momento nos deja en la expectativa de contemplar al niño envuelto en pañales. Acerquémonos a contemplar la mirada del Niño Jesús que quiere resplandecer en nuestro corazón. Dejemos que, en medio del silencio, Él mismo nos cautive con cada una de sus acciones y que contemplándolo hecho niño por amor, nuestro corazón se llene con la gracia que más necesitamos.
Agradezcámosle al Señor el querer nacer en la humildad y sencillez del pesebre, estar con cada uno de nosotros y habitar en el corazón de aquel que busca su misericordia.
«El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegría, con sentido de asombro, de sorpresa y de gratitud. Vemos a aquella gente que hablaba bien de esta cosa maravillosa, de este milagro del nacimiento de Juan, y lo hacía con alegría, estaba contenta, con sentido de asombro, de sorpresa y de gratitud. Y viendo esto preguntémonos: ¿cómo es mi fe? ¿Es una fe alegre o una fe siempre igual, una fe «plana»? ¿Tengo un sentido de asombro cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo a tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada se mueve en mi corazón? ¿Sé sentir las consolaciones del espíritu o estoy cerrado a ello? Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he «probado» en el alma aquel sentido de estupor que hace la presencia de Dios, ese sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de asombro, sentido de sorpresa y gratitud.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 24 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Gracias, Señor, por darme la gracia de preparar de la mejor manera mi corazón para poder recibir la gracia que me quieras regalar en esta navidad. Que puedas encontrar mi corazón bien preparado para que, en el centro de mi corazón, puedas habitar Tú.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preparar mi corazón para recibir al Niño Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.