Jueves 24 de marzo de 2022 – «Combate espiritual»
Juan Pablo García Hincapié, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, te doy gracias por darme este nuevo día en el cuál vengo a ponerme en tu presencia. Te doy gracias por haberme regalado tantas bendiciones durante estos días. Dame la gracia de ser fiel a cada una de ellas. Recuérdame durante esta meditación que quiero unirme a tí en la oración para poder vencer con tu amor las tentaciones y la división que quiera traer el demonio. Dame tu gracia Señor para salir victorioso de la batalla en todo momento.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy el Evangelio nos explica de dónde le viene su autoridad a Cristo. El Señor haciendo tantos milagros y sobre todo expulsando demonios crea revuelo entre los que le escuchaban. Cuando le llegan a preguntar con cuál poder hace las cosas, Él logra explicar que lo hace con el poder del dedo de Dios. Lo que quiere Cristo cada vez que tenemos un combate espiritual es que crezcamos en el amor y acercarnos más a Él. Cada vez que logramos poner nuestros ojos en el amor de Dios y que queremos darnos más y más a Él llegarán muchas oportunidades en las cuales nos tocará demostrarle a Dios cuánto lo amamos y que solo con Él ganaremos la batalla. El corazón que realmente está unido a Dios es capaz de buscarlo en los momentos más difíciles por medio de la oración. Vivir en continua unión con Dios haciendo de nuestra vida una oración, es lo que el Señor nos recomienda para poder vencer la división que busca el demonio en nuestro corazón. Quien tiene al Señor en su corazón vive fortalecido para salir victorioso cada batalla.
«Una vez más el Evangelio nos muestra lo que hace Dios ante nuestro mal: Dios no viene a «dar una lección» sobre el dolor; no viene tampoco a eliminar del mundo el sufrimiento y la muerte; viene más bien a cargar sobre sí el peso de nuestra condición humana, a conducirla hasta sus últimas consecuencias, para liberarnos de modo radical y definitivo. Así Cristo combate los males y los sufrimientos del mundo: haciéndose cargo de ellos y venciéndolos con la fuerza de la misericordia de Dios». (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntarle a Dios qué males tengo que expulsar de mi interior, quizá la vanidad, el egoísmo, la soberbia… y pedirle fuerza para sacar esos demonios de mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.