Jueves 25 de noviembre de 2021 – «El Señor viene»
Edgar Maldonado, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ilumíname para interpretar los signos de tu llegada, de tu presencia en el mundo y en mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Reflexionemos hoy sobre esa venida intermedia del Señor.
Sabemos por otros Evangelios que la primera venida de Cristo se realizó según la carne, pues el Verbo, la Palabra de Dios, nuestro Señor Jesucristo, se hizo carne y habitó entre nosotros. Juan y Lucas lo atestiguan por medio de sus escritos.
La segunda venida está testimoniada por algunos autores del Antiguo y del Nuevo Testamento. En aquel día, vendrá el Señor en su gloria, rodeado de sus ángeles y, tomando asiento, juzgará la tierra, pues profesamos en el Credo nuestra fe en el Señor que vendrá a juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.
San Bernardo Abad, por su parte, reflexionando sobre cómo habría sido el nacimiento de Cristo y meditando sobre su futura venida nos ha legado lo siguiente: entre su primera venida y la segunda, el Señor Jesús sigue presente en la carne de nuestros hermanos, de nuestro prójimo. Por esta razón, cuando los evangelistas narran el juicio final, el Señor reprocha a un grupo de personas el haberle negado agua, comida y vestido, pues, todo lo que hagamos o no hagamos a uno de estos hermanos suyos más pequeños, en realidad se lo hacemos o negamos a él.
«En el Evangelio de hoy, una vez más, Jesús nos ayuda a ir a la fuente viva y que brota del Amor. Y tal fuente es Dios mismo, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede romper. Comunión que es un don para invocar cada día, pero también compromiso personal para que nuestra vida no se deje esclavizar por los ídolos del mundo. Y la verificación de nuestro camino de conversión y de santidad está siempre en el amor al prójimo. Esta es la verificación: si yo digo “amo a Dios” y no amo al prójimo, no va bien. La verificación de que yo amo a Dios es que amo al prójimo. Mientras haya un hermano o una hermana a la que cerremos nuestro corazón, estaremos todavía lejos del ser discípulos como Jesús nos pide. Pero su divina misericordia no nos permite desanimarnos, es más nos llama a empezar de nuevo cada día para vivir coherentemente el Evangelio». (S.S. Francisco, Angelus, 25 de octubre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Tú no estás ausente. Sigues en medio de nosotros, vives en la persona de los pobres, de mis amigos, de mis familiares. Más aún, vives en mí. Pues, así como todos los demás son mi prójimo, yo soy el prójimo de todos los demás. Lo más impresionante no es que hayas querido quedarte en la persona de aquellos que materialmente sufren más que yo, lo que más me impacta pensar es el hecho de que has querido quedarte en mí, te sirves de mí, de mis manos, de mis pies, de mis labios, de mi corazón, de mi espíritu… en fin, de todo mi ser.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Recita la siguiente oración y escribe qué emociones suscitan en ti las siguientes palabras: Señor Jesús, te ofrezco mis manos para hacer tu trabajo, te ofrezco mis pies para seguir tu camino, te entrego mis ojos para ver como tu ves, te entrego mi lengua para decir tus palabras. Te entrego mi mente para que tú pienses en mí. Te entrego mi espíritu para que tú ores en mí, pero, sobre todo te entrego, mi corazón, para que en mí ames a tu Padre y a todos los hombres. Te entrego todo mi ser para que seas tú, Cristo, quien viva, trabaje y ore en mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.