Jueves 3 de octubre de 2019 – Las características del discípulo.
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de responder a tu llamada de amor y que pueda ayudar a otros a escucharla y responder con generosidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La misión de la que Dios nos hace partícipes es una tarea común, primeramente, compartida con Cristo y después con los hermanos, porque nos une la llamada que el Señor nos ha hecho para comunicarlo a los demás, no como una idea, sino como una persona viva con la cual nos podemos encontrar. Pero nadie puede hacerlo si antes no ha hecho la experiencia personal de Él.
Evangelizamos en grupo porque Dios se hace presente ahí donde hay dos o tres reunidos en su nombre y, también, porque el testimonio de la comunidad es algo muy valorado y añorado por las personas. Este ejemplo de comunión mueve a la gente y es una prueba para las personas, ya que el motivo de la unión con Cristo es la llamada común.
Parte del mensaje que comunicamos es que ya está cerca el Reino de Dios, que es la recompensa a los justos y el castigo a los pecadores. Pero Él nunca deja a los pecadores sin oportunidad de que se arrepientan, siempre se muestra benigno, pero somos nosotros los que no lo aceptamos. Como predicadores de la palabra de Cristo debemos encarnar lo más posible su misericordia y su justicia. Cristo nos pide nuestras manos para hacerlo presente y esto lo logramos en la medida en que lo imitemos.
Otra parte importante del mensaje de Cristo es la paz que viene de Él y nadie más la puede dar: esa paz que mucha gente anhela y que, como testigos de Cristo. debemos ayudarles a encontrar.
«Cuando envía a los setenta y dos discípulos, Jesús les da instrucciones precisas que expresan las características de la misión. La primera ―ya lo hemos visto―: rezad; la segunda: id; y luego: no llevéis bolsa o alforja …; decid: “Paz a esta casa” … permaneced en esa casa … No vayáis de casa en casa; curad a los enfermos y decidles: “El Reino de Dios está cerca de vosotros”; y, si no os reciben, salid a las plazas y despedíos. Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración; que es itinerante: no está quieta, es itinerante; que requiere desapego y pobreza; que trae paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios; que no es proselitismo sino anuncio y testimonio; y que también requiere la franqueza y la libertad para irse, evidenciando la responsabilidad de haber rechazado el mensaje de salvación, pero sin condenas ni maldiciones. Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 7 de julio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar por cinco minutos pidiéndole a Dios que aumente el número de vocaciones.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.