Jueves 6 de abril de 2023 – Jueves Santo – «Lavó mis pies y me dio ejemplo»
Michelle Gow, CRC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, Sumo Sacerdote, el día de hoy me pongo en tu presencia para meditar tu gran regalo de amor. Abre mi corazón para recibir con gran fervor tu amor en la Eucaristía, en el sacerdocio y en la entrega total al Padre.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Me amó hasta el final. Todos los años medito en esta frase y todos los años me llega con una nueva fuerza. Jesús me ama en mi totalidad. Me ama en el tiempo y en la eternidad. Me ama con mis logros y mis fracasos. Mis gozos y mis esperanzas, mis tristezas y mis angustias (Cfr. Gaudium et Spes, 1), todo mi ser está envuelto en el amor de Jesús este Jueves Santo.
Jesús realiza un acto significativo de amor y de purificación. Lava los pies de sus apóstoles. No lava la cabeza ni las manos. Le dice a Pedro que nos es necesario. Lava más bien los pies que se han ensuciado de largos viajes y duros trabajos. ¿Qué hay que lavar en mi vida ahora? ¿Qué aspecto de mi experiencia en este año, desde mi último Jueves Santo está lleno de polvo? ¿Cuánta distancia he caminado? ¿Cuánto trabajo he invertido en mi conversión continua, en mis relaciones interpersonales, en mi vida laboral? Jesús se acerca a mí. Se ciñe una toalla y derrama sobre este aspecto de mi vida el agua limpia y refrescante. Toca esta parte de mi vida y todo queda limpio.
Jesús no sólo me limpia, me da un ejemplo y me entrega una misión. Me envía a lavar los pies a mis hermanos. Estos hermanos que como yo están vagando por este valle de lágrimas buscando el camino a su morada celestial. También los que están a mi lado se cansan, se desaniman. Jesús me da la responsabilidad de acogerlos y compartir esta agua limpia y refrescante con que él me ha lavado.
«Cada Jueves Santo leemos este pasaje del Evangelio: es algo sencillo. Jesús, con sus amigos, sus discípulos, está en la cena, la cena de la Pascua; Jesús lava los pies de sus discípulos —una cosa extraña que ha hecho: en aquel tiempo los pies eran lavados por los esclavos a la entrada de la casa. Y entonces, Jesús —con un gesto que también toca el corazón— lava los pies del traidor, del que lo vende. Este es Jesús y nos enseña esto, simplemente: entre vosotros, debéis lavar los pies. Es el símbolo: entre vosotros, debéis serviros mutuamente; uno sirve al otro, sin interés. Qué bonito sería que esto se pudiera hacer todos los días y a todas las personas». (S.S. Francisco, Homilía del 14 de abril de 2022).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un hermano en necesidad de ánimo y darle una palabra de aliento o pasar tiempo con él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.