Jueves 6 de octubre – Rezar al Padre con confianza, unidos a Jesús.
Balam Loza LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre mío, vengo a tus pies como un niño pequeño necesitado de Ti. Tengo sed de Ti, de ese amor verdadero y de esa misericordia infinita. Te busco y Tú me sales al encuentro antes de que yo llegue a ti. Tu amor es tan grande por mí que nunca me has dejado solo. Siempre has estado a mi lado y nunca me ha faltado nada. Por eso me siento tranquilo en tus brazos, porque sé qué aquí estoy bien.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cuánta sed tiene el hombre de amor. Cuánta sed tengo de Ti. Cuántas veces voy en busca de amor de los demás. Cuántas veces quiero que me aprecien, que me tomen en cuenta, que me consulten… Pero en el fondo te busco a Ti. En el fondo tengo necesidad de ese amor infinito tuyo. Voy como ese hijo pródigo buscando amor de aquí para allá, pero cuando toco las puertas de los corazones me doy cuenta de que hay una puerta que me espera. Esa puerta es tu puerta, Dios mío.
Y cuando me pongo en camino a tocarla, me doy cuenta de que la puerta ya se ha abierto y Tú me has salido al encuentro. Ese amor tan grande nadie me lo podrá quitar. Nadie lo podrá remplazar. Ese amor es para el que estoy hecho; un amor que se traduce en entrega total, confianza, sencillez. Señor, a veces es difícil amar como Tú me amas, con ese desinterés y totalidad y muchas veces me dejo llevar por la ira o por el egoísmo. Dame la fuerza para que pueda entregarme a los demás con todo mi ser; a no quedarme encerrado en mi propio mundo. Dame una buena vista para que sepa ver a mi prójimo más allá de las apariencias. A ver siempre lo positivo de los demás. A verlos como Tú los ves y a tratarlos como Tú lo harías. Ayúdame a nunca despreciar a nadie. Y si hay alguien que me cuesta tratar, dame la fuerza para servirlo con alegría y no sólo tratarlo por compromiso sino que haya verdadero amor.
Llévame, Jesús, a aquellas personas que necesitan de tu amor.
«Tener plena confianza en Dios, que es Padre. Él conoce mejor que nosotros mismos nuestras necesidades, pero quiere que se las presentemos con audacia y con insistencia, porque este es nuestro modo de participar en su obra de salvación. ¡La oración es el primer y principal «instrumento de trabajo» que tenemos en nuestras manos! Insistir a Dios no sirve para convencerle, sino para reforzar nuestra fe y nuestra paciencia, es decir, nuestra capacidad de luchar junto a Dios por cosas realmente importantes y necesarias. En la oración somos dos: Dios y yo luchando juntos por las cosas importantes.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Jesús, hoy voy a tratar con especial delicadeza a aquellas personas que me sean más difíciles de tratar.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.