Juventud y Familia Misionera envían a 960 misioneros para ayudar a 26 párrocos en zonas rurales de 11 provincias de España
Son 123 familias y 270 jóvenes de toda España: 960 misioneros que han decidido ‘salir de su tierra’ esta Semana Santa para compartir su fe y contagiar el amor de Dios al servicio de 26 párrocos en zonas rurales de 11 provincias.
“Sal de tu tierra” es el lema que encabeza la misión este año, respondiendo así a la llamada del Papa de “ser Iglesia en permanente salida, ‘comunidad evangelizadora’, que sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos”.
De estos 959 misioneros, 268 son chicos y chicas que van con Juventud Misionera; 244 son adultos de Familia Misionera, a los que acompañan sus hijos, otros 385 niños y adolescentes misioneros. Además van 29 consagradas, un consagrado y 32 legionarios de Cristo. Muchas familias misioneras proceden de los colegios Regnum Christi, como Everest Monteclaro, Highlands Los Fresnos, Highlands El Encinar, Highlands Sevilla, Cumbres School Valencia, Reial Monestir de Santa Isabel o Highlands Barcelona. A todos ellos les mueve transmitir la fe a los hijos junto a otras familias, y darles testimonio de su servicio a los párrocos.
Los misioneros acuden a 11 provincias de toda España: desde Asturias a Sevilla, pasando por Cáceres, Ávila, Palencia y León, por un lado; Huesca, Teruel, Castellón, Murcia y Albacete, por otro.
Juventud y Familia Misionera cumple 23 años en España al servicio de la Nueva Evangelización. Los 960 misioneros que este año han dicho “sí” a esta propuesta se ponen al servicio de los párrocos diocesanos con gran carga de trabajo en el momento litúrgico más importante del año. La labor de estos misioneros consiste en dar testimonio de su fe por las calles y las casas, ayudar a preparar los oficios y las celebraciones, visitar a los ancianos y los enfermos y ser testimonio de jóvenes y familias que con su presencia y alegría pueden ayudar a otros a preguntarse por la fe, y a encontrarse con el amor de Dios.
A Murcia acuden 230 jóvenes para apoyar en 10 parroquias de Cartagena, Puerto de Mazarrón, Cabezo de Torres y Churra. Otro pequeño grupo misionará en pueblos de Castellón y un tercero en Ponferrada. Por su parte, Huesca acogerá a 30 adolescentes que apoyarán en pequeños pueblos.
Las 123 familias colaborarán con párrocos en zonas rurales de Asturias, Ávila, Albacete, Castellón, Sevilla, Palencia, Teruel, Cáceres, y León.
“Algunos conservan un rosario que les regalamos la primera vez”
En algunos lugares ya se les espera, y es que los misioneros llevan hasta doce años acompañando cada Semana Santa a los habitantes de lugares remotos, en por ejemplo, las montañas de Asturias: “Compartes intimidad, rezas por ellos y con ellos año tras año, te cuentan su historia. Están esperando a que llegues. Algunos conservan un rosario que les regalamos la primera vez que fuimos… Coger de la mano a una persona mayor y rezar con ella… sobran las palabras: hay algo más grande que está iluminando ese momento”, cuenta Roberto, de Madrid, que con su mujer Berta y sus tres hijos llevan 7 años de misiones. En esta ocasión estarán en Alborea (Albacete), donde Familia Misionera llega por segunda vez.
Jóvenes: la alegría encontrarse con el Señor en quien más te sorprende
Don Antonio Palazón, párroco de San Javier (Murcia), lleva recibiendo a Juventud Misionera hace nueve años en las diferentes parroquias donde ha sido destinado: “Puedo sacar un común denominador: estos chicos aportan alegría, desde luego. Pero además, los miembros de la parroquia se ven evangelizados por quien más les sorprende: el joven. Y los jóvenes que vienen se ven sorprendidos por otras formas de vida a las que no están acostumbrados: los enfermos, los ancianos… Unos y otros tienen un contacto que les transforma, y se encuentran con el Señor, que siempre nos sorprende”, dice D. Antonio.
Lo confirma David, de Sevilla, en el testimonio que publicó LomásRC hace unas semanas: “El momento que me marcó de las misiones, y por el que iría una y mil veces, fue cuando estuvimos en la residencia de ancianos una mañana y rezamos un Vía Crucis con ellos”, cuenta. “Son personas que, por el motivo que sea, están solas, y que cuando ven que alguien les escucha y está con ellos, aun sin saberlo muchas veces, te transmiten a Cristo y te acercan a Él”, asegura. “Por una sola persona que quizás se encuentre con Dios ya ha merecido la pena ir de misiones”.
Transmitir la fe a los hijos en familia
“Es una manera diferente de vivir la Semana Santa: ayudando a los párrocos de pueblecitos pequeños, dando testimonio de lo bueno que es el Señor y vivir la fe en la Iglesia”, dice Goyo, de Valencia, que lleva 5 años participando en las misiones en Segorbe (Castellón). “Los niños se integran rápidamente, aprenden y comparten la fe de forma muy natural, se acercan a la gente, les invitan a participar… Es maravilloso cómo van descubriendo lo que significa”, reconoce.