La esperanza de una generación: Jornada Mundial de la Juventud Panamá 2019

Del 24 al 27 de enero se realizó la Jornada Mundial de la Juventud (JM) en la República de Panamá, con la participación de más de un millón de personas en los diversos eventos. Su historia se remonta a 1985 cuando la ONU decreta el Año Internacional de la Juventud y la Iglesia Católica organiza un encuentro internacional con 350 mil jóvenes reunidos en la Plaza de San Pedro, en Roma. En diciembre de ese año el papa Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial de la Juventud a celebrarse cada tres años.

Estos eventos se preparan con años de anticipación por la complicada logística de traslados, alojamiento y alimentación de personas asistentes de todo el mundo. Este año se registraron en total 2500 periodistas, 2250 sacerdotes y 19500 voluntarios.  La presencia total de mexicanos fue de 10 mil personas, según datos del comité organizador, destacándose por sus ya conocidas porras, calidez y alegría:

“Es muy motivador ver a miles de jóvenes de todo el mundo en un ambiente de hermandad, bailando, cantando, compartiendo experiencias de vida. En estos días he corroborado que Cristo está vivo, que la Iglesia es una Iglesia en salida que busca la comunión, la verdad y el amor.  Después estos días en Panamá, como lo dijo el papa Francisco, quiero regresar a México a decirle a mi familia, amigos, a mi novio y compañeros de universidad, que Dios está vivo y anunciar su Evangelio no sólo con palabras, con mi testimonio y seguir luchando por la santidad día a día…” dijo Sandra Rentería, quien acudió con una delegación de 1030 jóvenes del Regnum Christi.

​​Como parte de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, los jóvenes de Costa Rica organizaron en su país el Encuentro de Jóvenes del Regnum Christi, asistiendo jóvenes de México, El Salvador, Colombia, Venezuela, Brasil, Chile, Argentina, Estados Unidos, Guatemala y Panamá.

En ese encuentro de Costa Rica, se impartieron talleres que dan herramientas para continuar evangelizando como una Iglesia en salida: Apologética, cultura de la vida, liderazgo cristiano, noviazgo, sexualidad, evangelización digital y testimonios de consagradas, laicos consagrados y legionarios. Al concluir este evento, los jóvenes del Regnum Christi de más de 10 países, se trasladaron a Panamá para escuchar al Vicario de Cristo.

El papa Francisco lleno de jovialidad y rompiendo los protocolos para cantar unas “Mañanitas” a una anciana de las vallas, o cargar a un bebé o abrazar a un enfermo, dijo a los jóvenes: “No son el mañana, sino el ahora de Dios. Vuelvan a sus parroquias y a sus amigos y transmitan lo que han vivido…”. Sin descuidar lo que sucedía en el resto del mundo, dedicó un mensaje de solidaridad a las víctimas de la explosión del gasoducto en Hidalgo, que causó la muerte de 115 personas. Emitió también una exhortación al pueblo venezolano para alcanzar una solución justa y pacífica ante su crisis política que está paralizando al mundo.

Mientras se vivía una fiesta de alegría y esperanza en Panamá, un grupo terrorista detonó dos bombas durante una misa en la Catedral de Jolo, en Filipinas, causando 20 muertos y 48 heridos. Al respecto el Papa pidió desde la JMJ que se mantenga la unidad y la oración para que Dios convierta el corazón de los violentos y conceda a la región una serena convivencia.

Ante este panorama, Ana Paula Escalante, de la sección de señoritas de Hermosillo, Sonora, aseguró que: “participar de estos encuentros de jóvenes católicos, sí ayuda a cambiar la vida de los jóvenes. Te hace más consciente de tu responsabilidad  como católico, como ciudadano y te motiva a reconstruir el tejido social de las comunidades”.

El Cardenal Kevin Farrell, anunció ante 700 mil jóvenes que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en el 2022, en Lisboa, Portugal.

En estos días se vivieron grandes contrastes: entre la violencia, la tragedia y la esperanza, destacó el protagonismo de millones de jóvenes que gritaron al mundo que están dispuestos a imponer su alegría, entusiasmo, ideas y acciones concretas para reconstruir familias, comunidades y países.

 

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