Lunes 10 de enero de 2022 – « Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron»
Santiago García Huerdo, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por llamarme para estar contigo en esta oración. Gracias, Señor, por fijarte en nuestros talentos. Por ir al encuentro de nosotros en nuestro día a día. Gracias por dejarnos ver que te adaptas a nuestras realidades. Te pido en esta oración el fruto de poder verte en mi vida cotidiana, justo como los apóstoles.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios; convertíos y creed la Buena Noticia». Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Siempre me he preguntado por qué llamó primero a pescadores y no a personas con otro tipo de oficio. Después de algo de reflexión llegue a esta conclusión y te la comparto.
La vida de los pescadores es una constante gota de sudor en la frente, su vida es dura, trabajan mucho. Justo por lo imprevisible y aleatorio de la actividad de la pesca, los pescadores se ven siempre llenos de múltiples fracasos. Tenían que ser pacientes y estar dispuestos a hacer sacrificios si querían ver recompensados sus esfuerzos. Varias veces debían echarse las redes al mar para tener éxito. Había que madrugar en muchas de las ocasiones, así como pasar la noche en el bote. Bajo esta tónica, su actividad se circunscribe única y exclusivamente a pescar para sostenerse ellos y sus familias. Por lo general, vivían al límite. Obviamente, habría alguno con más “suerte” que le sobrara para comerciar, pero en general, suelen ser personas de escasos recursos.
Ahora bien, después de comprender un poco su dinámica económica. Entremos a pensar que su dinámica social y técnicas son transmitidas de generación en generación, provocando que sean poco proclives a los cambios y a la espontaneidad. Un pescador había aprendido la técnica de pesca como tradición de muchas generaciones atrás. Piensen en lo difícil que puede ser para ellos lo diferente. ¿Visto así, es casi imposible que un pescador se fiara de la novedad del mensaje de cualquiera, no?
Y sin embargo, en ese mundo rudimentario, monótono y poco educado es de donde Jesús ha invitado a los primeros discípulos. Y es donde ha hecho uno de sus primeros milagros que fue lo que hizo que estas personas lo dejaran todo y lo siguieran.
«Jesús, en efecto, ha dejado la casa de su padre y renunciado a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así, Jesús nos indica a nosotros, sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino que es itinerante. El cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada ―¡la Iglesia es enviada!― a llevar el Evangelio a los caminos y llegar a las periferias humanas y existenciales. Este es el primer personaje». (S.S. Francisco, Angelus del 30 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pensar en el apóstol con el que más te identificas y pedirle que interceda por ti.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.