Lunes 11 de noviembre de 2019 – Señor, auméntanos la fe.
San Martín de Tours, obispo
H. Abraham Cortés, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te pido la gracia de renovar y aumentar en mí el don de la fe, y que mi vida sea guiada por ella.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.
Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo”.
Los apóstoles dijeron entonces al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es la petición que dirigen los apóstoles a Jesús después de escuchar su palabra. En su enseñanza, Él nos invita a tener cuidado de no ser ocasión o escándalo de pecado y a ser pacientes con el prójimo. Es una invitación a ser testimonios y custodios del don que hemos recibido, desde su corazón, en nuestro bautismo: el don de ser hijos Dios, el don de la fe y la caridad.
El bautismo nos ha liberado de la esclavitud y de la mancha del pecado y nos ha unido al amor de Dios. Este don, que debemos custodiar y testimoniar, puede ser despreciado y abandonado, porque existe en nosotros la debilidad. Por ello, los apóstoles dirigen esa petición al Señor, pues saben que las palabras que acaban de escuchar no siempre serán fáciles de vivir. Seguramente muchas veces hemos caído en el pecado, no hemos sido capaces de perdonar en un primer momento a nuestro hermano, a nuestro prójimo, lo que nos ha llevado al olvido del don recibido, de la vivencia y conciencia de lo que somos: hijos de Dios.
Rezar esa petición, que hoy leemos en el Evangelio, es una petición que debemos tener siempre en el corazón pues expresa toda nuestra realidad; en ella reconocemos que sin Él nada podemos, aceptamos nuestra debilidad y dejamos que el Señor la sostenga y la sane con su amor. Rezarla es reconocer en Él a nuestro Padre, abrirnos a su amor y gracia; es reconocer que poseemos un don maravilloso que no queremos perder, sino que queremos custodiar, vivir y testimoniar. No importa la situación en la que nos encontremos, siempre llenos de confianza y paz, dirigiendo nuestra mirada y corazón a Dios, podemos decir: Señor aumenta mi fe.
«La fe requiere un camino, una salida, hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La fe aumenta con el don y crece con el riesgo. La fe avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios. La fe se abre camino a través de pasos humildes y concretos, como humildes y concretos fueron el camino de los leprosos y el baño en el río Jordán de Naamán. También es así para nosotros: avanzamos en la fe con el amor humilde y concreto, con la paciencia cotidiana, invocando a Jesús y siguiendo hacia adelante.»
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de octubre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
A lo largo del día intentar repetir con conciencia y fervor, la petición de los apóstoles: «Señor aumenta mi fe».
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.