Lunes 17 de agosto de 2020 – El camino a la vida eterna.
H. Erick Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Abre, Señor, mi corazón para ser totalmente generoso contigo. Que el amor que ya tengo por Ti pueda crecer y llevarme a estar siempre dispuesto a darlo todo por Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: “Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos”. Él replicó: “¿Cuáles?”.
Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo entonces el joven: “Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?» Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Llega un momento de la vida en que nos encontramos en un punto decisivo, crucial, como si estuviéramos en un camino que tiene dos vertientes y preguntáramos qué tenemos que hacer para llegar a donde queremos. En una ciudad que no conocemos le preguntamos a alguien de ahí pues conoce los caminos porque camina por ellos todos los días. Para encontrar el camino a la vida eterna y la felicidad le preguntamos a quien sabe y ha ido por ese camino.
En cierto sentido es muy simple ver qué hacer para alcanzar la vida eterna porque se han escrito muchas cosas que son, hasta cierto punto, obvias. Los mandamientos son formas de vivir de acuerdo a la ley de nuestro Padre común, al igual que en toda casa los papás ponen unas reglas por el bien de los hijos y de toda la familia. No es que sean autoritarios o que no amen a sus hijos y les guste verlos sufrir, por el contrario, los aman y quieren lo mejor para ellos, aunque sea difícil. Así es Dios con nosotros que nos da los mandamientos para mostrar las reglas de la casa y en cierta forma, si bien difícil de ver, nos mostrará su amor a través de esto.
Una de las preguntas con las que me quedo es, si toda la gente puede seguir los consejos de Cristo o hay algunos que no pueden, ya que parece que el joven rico los cumple, pero le falta algo. Me lo imagino como subir de nivel, primero los mandamientos, después los consejos de Cristo que cuestan más, pero nos acercan a Él y nos hacen ser parte de sus amigos más íntimos o familia.
La invitación que le hace Cristo al joven es dejar lo que tiene de más porque es lo que necesita, y después viene el hecho de poder donarlo a los demás.
«El que sigue a Cristo lo hace dando la vida; no es un seguimiento parcial. El pobre joven rico quiso hacer un seguimiento parcial y no pudo. Esto nos pone ante la verdad medular de nuestra consagración religiosa. Fiarse del Señor significa entregarnos a Él sin guardarse nada en el bolsillo; no solo dando lo material y lo superfluo, sino darle todo lo que consideramos como propio, hasta nuestros gustos y opiniones. La entrega de la propia vida no es algo opcional, sino que es la consecuencia de un corazón que fue “tocado” por el amor de Dios.»
(Discurso de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ayudar a alguien que vea en necesidad o dar de mi tiempo a alguien.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.