tristeza

Lunes 19 de agosto de 2019 – La tristeza.

Beatos Pedro Zuñiga y Luis Flores, presbíteros y mártires

H. Alexis Montiel, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de permanecer fiel a tu llamada.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: “Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos”. Él replicó: “¿Cuáles?”.

Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo. 

Le dijo entonces el joven: “Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta? Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios nos da un regalo cada día, el regalo de seguirle con todo el corazón, de sabernos hijos suyos y de tener la certeza que Él está con nosotros. Este es el signo del seguidor de Cristo, la alegría; quien está triste por una mala noticia es alguien normal, pero quien se deja hundir por la desesperación, el odio, el pesimismo o la soledad no es seguidor de Cristo.
La tristeza no nos deja alzar la mirada, nos encierra en nosotros mismos y nos hace sufrir sin necesidad; la tristeza es autodestructiva, nos va carcomiendo por dentro, y se quiere filtrar en nuestra vida, se quiere transformar en nuestra frontera con la realidad. Es más, todos los medios nos señalan catástrofes, desilusiones, terror… nos separan de las maravillas de las que estamos rodeados y nos aleja de la vida en Cristo.
Dios no nos quiere tristes; nos ama tanto que nos llena de sorpresas en cada momento, nos quiere alegrar el corazón y nos aleja de la tristeza. Alguna vez hemos pensado que la misa o la oración es triste o aburrida, pero siempre experimentamos la alegría de un Padre lleno de amor que nos acompaña.

«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.»
(Exhortación apostólica Evangelii gaudium de S.S. Francisco, n. 1).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a una Iglesia y poner delante de Jesús y María mis tristezas, para que ellos me acompañen en mi pesar y transformen mi llanto en alegría.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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