Lunes 2 de diciembre de 2019 – Reconoce a Dios como Dios…
H. José David Parra, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú conoces las heridas más profundas de mi corazón; aquellas que tantas veces escondo a los demás y que me frenan a entregarme más a Ti. Hoy, Señor, quiero pedirte que me sanes. Confío en Ti, a tu lado ya no temeré.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’ y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor, cuántas veces he escuchado ya este Evangelio y sin embargo Tú hoy, a través de él, quieres tocar mi corazón y manifestarme tu voluntad en mi vida; iluminar las tinieblas de mi miseria y pecado, y llenar los vacíos profundos de mi ser; quieres darle sentido a mis sufrimientos y a mi existencia. Quieres sanarme a mí y a todos aquellos que me rodean. Solo me pides que crea en Ti, para poder decirme lo que dijiste más adelante a aquel centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» (Mateo 8, 13)
¡Señor, aumenta mi fe…! Aumenta mi fe, no solo para poder dirigirme a Ti como un niño a su Padre, confiado de que todo lo puedes y que, por el amor infinito que me tienes, todo me concederás si lo pido con sincero corazón; sino también como una creatura a su Creador, como un Hombre a su Dios, para poder darte a Ti la primera y última palabra de todo aquello que suceda en mi vida, aunque muchas veces no comprenda y a veces hasta duela.
¿Quién soy yo para dudar de tu sabiduría y poder, Señor? Si hasta indigno soy de que entres en mi casa ¿Cómo podré juzgar tus designios? Soy incapaz de comprender la maldad y de aceptar el sufrimiento. Mas Tú creaste mi corazón, bien le conoces, y no te son indiferentes mis alegrías y pesares. En Ti confió, dame tu mano hoy para no sucumbir y dame tu fuerza para cargar mi cruz.
«También a nosotros cuando nos pasa algo increíble demasiado bonito, nos sale de dentro decir: «¡No me lo puedo creer, esto no es verdad!» y así decían los discípulos, no podían creer de tanta alegría. Y esa es la alegría que nos da Jesús. Si estás triste, si no estás en paz, mira a Jesús crucificado a Jesús resucitado, mira sus llagas y toma esa alegría. Y luego, además de la paz y de la alegría, Jesús da a sus discípulos una nueva misión: Les dice “como el Padre me envió, también yo os envío”».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de abril de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Visitaré al Señor en la Eucaristía y le pediré perdón por todas esas veces que no confié en Él y que me dejé ahogar por el dolor y la desesperación; y le diré que por favor me dé la mano y aumente mi fe para vivir cada día en su presencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.