Lunes 20 de agosto de 2018 – La gran verdad del joven rico.
H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, una vez más vengo a ponerme en tu presencia. Muchas veces he venido a pedirte cosas Jesús. Hoy solamente quisiera estar contigo. Quiero poner mi corazón junto al tuyo, escuchar tus latidos. Ya sabes todo lo que hay en mi interior. Lo pongo en tus manos. Me conoces mejor que yo y sabes que es lo que necesito. Concédemelo. Confío en Ti. Creo en Ti. Te amo y quiero estar contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: «Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?». Le respondió Jesús: «¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno. Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le replicó: «¿Cuáles?»
Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo entonces el joven: «Todo eso lo he cumplido dese mi niñez, ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, he escuchado muchas veces este relato. Podría pensar mucho sobre virtudes como la generosidad o la grandeza de tu llamada, sin embargo, hoy quisiera preguntarte, ¿qué fue lo que pasó después con ese joven?
Quizás todo volvió a la normalidad, en medio de la administración de sus bienes. pero, ¿realmente se puede «regresar a la normalidad» después de encontrarte Jesús? En su corazón había una marca, algo que no podía «volver a la normalidad».
Probablemente pasó el tiempo, y no me parece inverosímil que supiera de tu muerte en la cruz. Quizás en ese momento, se alegró de no haber vendido todo por uno que terminó muriendo en una cruz. Pero, ¿verdaderamente terminó?
Seguramente los apóstoles predicaron tu resurrección en su poblado, cuando aquel joven de antaño era ya un hombre maduro y probablemente estable. Quizás sintió de nuevo arder ese llamado en su corazón gracias a la predicación de los apóstoles, y esta vez tuvo el valor de abandonar todo y predicar la buena nueva… o quizás, como antaño, volvió a quedarse triste, por no tener el valor de abandonar sus posesiones… las cuales, si esto último sucedió, pasaron irremediablemente a ensanchar las arcas de los romanos durante la destrucción de Jerusalén, quitándole por lo fuerza lo que él no quiso darte por amor… Sin embargo, de lo que sí estoy seguro, Jesús, es que haya pasado lo que haya pasado con ese joven, jamás dejaste de amarlo.
Tu mirada de cariño jamás se la retiraste. Él era amado por ti, y lo fue siempre… igual que yo. Ayúdame a darme cuenta Jesús de que tu amor por mí no depende de lo que haga o de lo que deje de hacer. Es verdad que mis obras no te son indiferentes, pero me amas no por lo que hago, sino por lo que soy: tu hijo.
Haga lo que haga, pase lo que pase, siempre me amarás y me darás la oportunidad de estar a tu lado, de amarte, de ser feliz contigo.
Gracias Jesús. Ayúdame a nunca perder de vista esta gran verdad: me amas y lo harás por siempre.
«Cuando un cristiano está apegado a los bienes, da la mala impresión de una cristiano que quiere tener dos cosas: el cielo y la tierra. Y la piedra de paragón justamente es la que Jesús indica: la cruz y las persecuciones. Esto quiere decir a sí mismo, llevar cada día la cruz… Porque los discípulos al seguir a Jesús tenían esta tentación: ¿Será un buen negocio?»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de responder a los llamados que me hace Jesús para ser feliz con Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.