Lunes 24 de septiembre. – Encender el corazón.
H. Jose Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que aprenda a ser luz en medio del mundo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Jesús nos propone encender nuestros corazones para que podamos ser candeleros que iluminen el camino de tantas almas que se encuentran a nuestro alrededor, buscando el camino correcto en medio de la oscuridad, en medio de las tinieblas que en ocasiones el pecado se encarga poner delante de ellos. Nosotros, por la gracia recibida mediante los sacramentos y la oración, nos convertimos en verdaderas antorchas que iluminan el camino para llegar al cielo.
Cristo quiere que nuestra vida no sea estéril, sino que dejemos huella, que nos desgastemos por su reino, que demos todo lo que esté a nuestro alcance, que seamos verdaderos apóstoles de la luz, que podamos ser como María, dóciles instrumentos en las manos de Señor, que nos dejemos moldear según su querer, que nuestro corazón sea cada vez más parecido al de Él.
Pidamos con las palabras de nuestra Madre del cielo «hágase en mí según tu palabra» que nuestra vida sea testimonio del amor misericordioso de Dios.
«Juntos deseamos encender hoy una llama de esperanza. Que las lámparas que colocaremos sean signo de una luz que aun brilla en la noche. Los cristianos, de hecho, son luz del mundo, pero no solo cuando todo a su alrededor es radiante, sino también cuando, en los momentos oscuros de la historia, no se resignan a las tinieblas que todo lo envuelven y alimentan la mecha de la esperanza con el aceite de la oración y del amor. Porque, cuando se tienden las manos hacia el cielo en oración y se da la mano al hermano sin buscar el propio interés, arde y resplandece el fuego del Espíritu, Espíritu de unidad, Espíritu de paz.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy ofreceré algún sacrificio por las personas que me pidieron oraciones.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.