Lunes 25 de julio – El modelo del Reino es el del servicio a los demás
Santiago apóstol
Manuel Frutos LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, haz que tu Espíritu ilumine mis acciones y me comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra me revela. Señor Jesús, Tú que eres el siervo que ha sufrido por muchos (cf. Is 53. 11-12) y que has dado comienzo para los hombres al tiempo de salvación, concédeme la fuerza de la fe y un profundo amor por mis hermanos para estar a la altura de la misión a la que me llamas dentro de tu Iglesia, servidora de Dios y del hombre. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella respondió: «Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino». Pero Jesús replicó: «No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?». Ellos contestaron: «Sí podemos». Y él les dijo: «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado».
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
La madre de los hijos del Zebedeo aspira no sólo a un mejor puesto para sus hijos, sino a lo máximo, al «todo» del Reino. La aspiración a lo más alto es algo grabado en el corazón del hombre. Jesús no anula esta aspiración sino que le da una nueva visión, ya no se tratará de ambición egoísta sino de entrega por amor al servicio de su Reino.
Veo la delicadeza y el amor de Jesús al calmar el ardor de sus discípulos sin humillarlos… Quiero imitar esta actitud tan importante en mi actuar cotidiano.
Los apóstoles no podían imaginar ni la magnitud ni el verdadero significado de este cáliz. Solamente la gloria de Jesús, la experiencia de pasar por la cruz y vencerla, puede dar la fuerza necesaria para enfrentarme a la muerte por ser creyente. Podría resumir el Evangelio de hoy con este pensamiento: el modelo del Reino es el del servicio tal como Jesús lo entiende y lo realiza en su vida. ¿Estoy realmente dispuesto a seguir con empeño este camino?
La petición que la madre de Santiago y Juan hace para sus hijos viene inmediatamente después del tercer anuncio de la pasión: no han comprendido cuál es la pretensión de Jesús ni cómo se va a realizar; pero el hecho de pedir que los dos estén estrechamente asociados al poder de Jesús («sentarse a la derecha y a la izquierda») indica que le tienen confianza e incluso que le reconocen como Mesías.
Esta pretensión va totalmente desencaminada. Solamente el Padre sabe quiénes van a ocupar los primeros lugares en el Reino, y ni el martirio da derecho a esas aspiraciones. El discípulo no tiene que preocuparse de esto, sino de «beber el cáliz» de Jesús, es decir, estar en comunión con su mismo destino: en este contexto beber el cáliz hace referencia a las palabras inmediatamente anteriores de Jesús sobre su subida a Jerusalén y su crucifixión (cf. Mt 20, 18-19).
La indignación de los otros diez se debe más a la envidia, al oír esta petición, que al hecho de que hayan comprendido «los secretos del Reino». El modelo que Jesús propone es el del servidor y esclavo de los demás. La novedad de este modelo es el servicio a los demás: para los judíos era un honor llamarse servidores de Dios, pero no de los hombres.
Este servicio que Jesús propone tiene un modelo muy claro: Él mismo. Dame, Señor, tu gracia para comprender y seguir el camino del servicio a los demás que hoy me propones. Que nunca espere recompensas terrenales por lo que hago, que mi actitud de servicio no sea alabada para crecer en la humildad, que todos los que conviven conmigo encuentren en mí un apoyo generoso y alegre, con tu gracia sé que puedo lograrlo.
«Esta es la misión que se nos confía. Muchas personas piden ser escuchadas y comprendidas. El Evangelio de la misericordia, para anunciarlo y escribirlo en la vida, busca personas con el corazón paciente y abierto, “buenos samaritanos” que conocen la compasión y el silencio ante el misterio del hermano y de la hermana; pide siervos generosos y alegres que aman gratuitamente sin pretender nada a cambio.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me ofreceré de forma voluntaria para realizar alguna actividad que me cuesta mucho y lo ofreceré por la salvación de aquellas personas que se encuentran en pecado mortal.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.