evangelio nos llama

Lunes 27 de agosto de 2018 – Neo-fariseo: quien olvida el núcleo del Evangelio.

Santa Mónica

H. Jesús Salazar, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hazme vivir mi fe con espíritu humilde y puro para ser un verdadero apóstol de tu misericordia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que está sobre él, sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Por qué Jesús hablaba tan fuerte contra los fariseos? Fariseo significa «separado», parush en hebreo. Ellos buscaban separarse de todo lo del mundo para tener una fe más pura, no como la del resto de la gente común. Por eso recorrían mar y tierra para convertir gente a su causa. Si en el fondo eran gente buena, con propósitos, metas estructuradas y reglas claras, ¿qué hacían mal, Jesús, si predicaban la ley dada por tu Padre?
El error que cometían los fariseos y seguimos cometiendo hoy en la Iglesia es cerrar el Reino de los cielos dándole más importancia a las estructuras, a los medios, a los apostolados, a la eficacia, olvidándonos del núcleo del Evangelio, de la relación personal, corazón a corazón, con Cristo, de la caridad, la misericordia, la sencillez, la humildad, la acogida del hermano.
Nuestra misión como apóstoles ciertamente necesita de medios para desarrollarse, pero en el momento en que el medio y la norma se convierten en principios rectores, Cristo deja de estar al centro y nosotros nos convertimos en neo-fariseos, porque nos separamos del Evangelio en función del éxito humano.
El Evangelio hoy nos llama a entrar y dejar entrar en el Reino de los Cielos, el Reino de Cristo que se empieza a vivir aquí y ahora. Abramos nuestros ojos y limpiémonos de toda hipocresía y doblez para ser apóstoles según el corazón de Cristo.

«Para el Señor, también para la primera comunidad, es de suma importancia que quienes nos decimos discípulos no nos aferremos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan más al modo de ser de algunos fariseos de entonces que al de Jesús. La libertad de Jesús se contrapone con la falta de libertad de los doctores de la ley de aquella época, que estaban paralizados por una interpretación y práctica rigorista de la ley. Jesús no se queda en un cumplimento aparentemente «correcto», Él lleva la ley a su plenitud y por eso quiere ponernos en esa dirección, en ese estilo de seguimiento que supone ir a lo esencial, renovarse, involucrarse.»
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré actuar con autenticidad y pureza de intención el día de hoy.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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