Lunes 27 de enero de 2019 – Satanás está perdido.

H. Emmanuel Toro, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de vivir como verdadero apóstol del Evangelio. Dame un corazón que esté abierto totalmente a tu amor. Dame una fe que transforme mi vida para ser testimonio para los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: «Este hombre esta poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera.»

Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Solo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno». Jesús digo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?». Jesús ha sido perseguido y puesto a prueba durante su vida por los maestros de la Ley; y nuestro Señor habla y predica con una autoridad y con mucha sabiduría para transformarlos.

Los letrados calumnian a Jesús diciendo que Él … expulsa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios… A lo que Él responde usando una imagen para relacionar el reino de Satanás y la acción divina de Dios: Un reino dividido no puede subsistir. Si el poder del rey es usado para destruir al mismo reino, éste no se sostendrá y caerá muy rápido. Es por ello que Jesús se manifiesta con su poder divino para sacar este espíritu inmundo y no el poder del príncipe de los demonios.

Así pues, nuestra alma se puede comparar como un reino donde hay alguien que lo dirige, Jesucristo, y al cual debemos servir. ¿Cómo obramos nosotros para colaborar con nuestro rey?, ¿cuál es nuestra elección para defender el Reino de Jesucristo en mi alma? Sabemos que es Dios el que nos dará las fuerzas para luchar contra el enemigo; nosotros mismos no podremos hacer nada sin Él, pero debemos hacer nuestro esfuerzo para que este Reino crezca y se mantega firme ante las asechanzas del enemigo.

«Jesús resume la actuación de sus discípulos hablando de la victoria sobre el poder de Satanás, un poder que solo con nuestras fuerzas jamás podremos vencer, pero sí en el nombre de Jesús. Cada uno de nosotros puede dar testimonio de esas batallas, y también de algunas derrotas. Cuando vosotros mencionáis la infinidad de campos donde realizáis vuestra acción evangelizadora, estáis librando esa lucha en nombre de Jesús. En su nombre, vosotros vencéis el mal, cuando enseñáis a alabar al Padre de los cielos y cuando enseñáis con sencillez el Evangelio y el catecismo. Cuando visitáis y asistís a un enfermo o brindáis el consuelo de la reconciliación. En su nombre, vosotros vencéis al dar de comer a un niño, al salvar una madre de la desesperación de estar sola para todo, al procurarle un trabajo a un padre de familia. Es un combate, un combate ganador el que se lucha contra la ignorancia brindando educación; también es llevar la presencia de Dios cuando alguien ayuda a que se respete, en su orden y perfección propios, todas las criaturas evitando su uso o explotación; y también los signos de su victoria cuando plantáis un árbol, o hacéis llegar el agua potable a una familia. ¡Qué signo del mal derrotado es cuando vosotros os dedicáis a que miles de personas recuperen la salud!.» (Discurso de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2019).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tendré un tiempo de silencio para pedirle al Señor poder crecer en amor en mi relación con Él y que tome el Reino de mi corazón.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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