Lunes 3 de septiembre de 2018 – Enviado para dar la buena noticia.
San Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia.
H. César Yali Molina Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la valentía de anunciar el Evangelio siendo fiel en lo que me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo Lucas 4, 16-30
En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír”.
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?”.
Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm’ ” .
Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos’ del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria”.
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio en la montaña, sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de hoy te dice la misión a la cual has sido llamado y, al mismo tiempo, te muestra que caminas acompañado. Ciertamente este versículo del profeta Isaías explica que se cumple en nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, debes de recordar que en tu bautismo te vuelves parte del cuerpo místico de Cristo y, por tanto, portador de su misma misión. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Y la gran pregunta surge, ¿cómo?
Dios quiere que seas feliz y que transmitas esa felicidad que has encontrado junto a Él; que compartas con los demás tu experiencia de y con Cristo; que ayudes a los otros a ver la mejor opción en sus vidas. Como ejemplo piensa en alguien que piensa asesinar a su hijo que aún porta en su vientre, ayúdale a ver lo maravilloso de la maternidad, muestra afecto y cercanía a esa persona, has que vea el valor que tienen ella y el fruto en su vientre, escucha sin juzgar… en fin, Dios lo único que te pide es que dejes que Él actúe a través de ti.
Recuerda que tu misión comienza en tu casa, el sitio más difícil para evangelizar, pues como dice el evangelio: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra.» Difícil ciertamente, pero no imposible. Deja que Dios siga actuando a través de ti y permítete fortalecer cada día tus lazos familiares; Dios actuará en los demás con sólo el testimonio tuyo y de tu familia, pues los que les vean dirán: «Miren cómo se aman».
Que san José y la Santísima Virgen María te guíen y acompañen en esta misión de llevar el Evangelio.
«La Buena Noticia puede parecer una expresión más, entre otras, para decir “Evangelio”: como buena nueva o feliz anuncio. Sin embargo, contiene algo que cohesiona en sí todo lo demás: la alegría del Evangelio. Cohesiona todo porque es alegre en sí mismo…»
(Francisco, homilía, 13 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré hablar con alguien de Cristo y lo invitaré a leer todos los días el Evangelio.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.