Lunes 31 de mayo de 2021 – Oración a una hermosa mujer.
Visitación de la Santísima Virgen María
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que cada día ame más a mi madre espiritual.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Él hace sentir el poder de su brazo: dispersa a los de corazón altanero, destrona a los potentados y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dime, María, ¿qué mueve tu corazón? ¿Por qué eres tan hermosa en el cuerpo y en el alma? Conoces mi corazón, también, y sabes que muchas veces me distraigo y hago otras cosas muy diversas a las que tú realizas. Sé que el amor mueve tu cuerpo para realizar las obras de Dios. Eres una mujer trabajadora y que estás a la escucha de Dios y de los demás, ni siquiera tengo que hablar y tú ya estás a la puerta de mi casa tocando. ¡Cuán hermosa eres María! Tu belleza no se compara con todas las flores del mundo; sabes que no te conocía antes, aunque vivíamos bajo el mismo techo.
Dame la gracia de conocerte más; quiero imitar tus virtudes porque son fuerza en el mundo moderno donde nadie quiere servir, todos buscan lo mejor para sí mismos, muchas veces las mujeres no son respetadas, la gente pelea mucho y el amor parece desaparecer poco a poco. Dame tu mano, toca mi vida para que sienta tu poder espiritual. Tú eres la elegida del Señor y, con razón, dicen que Dios se guarda las mejores para sí. Eres toda hermosa y eres todo lo que necesito; te pido perdón por no ser más cercano, confiaba en mis fuerzas más que nada, me creía más poderoso que Dios, pero me has demostrado que en el servicio nos hacemos reyes y reinas. Alabo tu gran fe que te llevó a seguir un plan totalmente diverso de que tú hubieras imaginado. Ayúdame a encontrar mi vocación, y si es en el matrimonio que sea la mejor madre que mis hijos puedan tener; te pido la gracia de ser esa sombra de Dios Padre para mis hijos. Si me llama tu Hijo a servirlo, consagrado a Él, que nunca le falle y que mi corazón sea solo suyo y de nadie más.
«Entre ellos, está precisamente el papel de la mujer: esencial para la historia de la salvación, no puede por menos que ser esencial para la Iglesia y el mundo. ¡Pero cuántas mujeres no reciben la dignidad que se les debe! La mujer, que trajo a Dios al mundo, debe poder llevar sus dones a la historia. Se necesitan su ingenio y su estilo. Lo necesita la teología, para que no sea abstracta y conceptual, sino delicada, narrativa, vital. La Mariología, en particular, puede contribuir a llevar a la cultura, también a través del arte y la poesía, la belleza que humaniza e infunde esperanza. Y está llamada a buscar espacios más dignos para las mujeres en la Iglesia, partiendo de la dignidad bautismal común. Porque la Iglesia, como dije, es mujer. Como María, es madre: como María.»
Discurso de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar una consagración a María en familia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.