liberación de las leyes

Lunes 5 de septiembre – Apóstoles de la misericordia de Dios.

«¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?»

Manuel Frutos LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, enciende mi corazón con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, pueda obtener aquellos bienes que no puedo por mí mismo ni siquiera imaginar y que has prometido Tú a los que te aman. Concédeme poder alcanzar el conocimiento de tu amor para poder obrar con verdadera misericordia en todo mi actuar guiado siempre por tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.
Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?”. Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: “Extiende la mano”. Él la extendió y quedó curado.
Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La buena noticia, el Evangelio que Jesús viene a traernos no es yugo sino liberación. No es imposición sino don. No es instrumento de muerte sino camino de vida eterna. Jesús Resucitado ha hecho caducas todas las “leyes rituales” y aquellos que pretendemos ser auténticos seguidores de Cristo debemos practicar las leyes, no porque se encuentren escritas en un libro sagrado, sino porque están escritas en nuestro corazón. Con Cristo hemos pasado de la ley escrita en una tabla a la ley inscrita en nuestros corazones. De la visión de un dios lejano y desconocido a un Dios cercano que tiende de la mano hacia mí para indicarme el camino a recorrer.
El Evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que viene a rescatarnos de la esclavitud de la norma practicada sin ningún sentido, del legalismo, para llevarnos al espacio de la verdadera libertad del Amor y de la Vida que Dios nos ofrece. Debemos acudir a la interioridad de nuestro corazón y con valentía preguntarnos hasta qué punto mi fe, mi práctica de los sacramentos, mi vivencia del encuentro con el Señor en la oración, mi cercanía a los demás,… es mero legalismo esclavizado por un “debo” marcado en la ley o consiste, más bien, en un verdadero acto de liberación marcado por el Amor de Dios y ejecutado por un “quiero” que es conducido por la propia voluntad ansiosa de cumplir lo que Dios quiere en mi vida.
Si no anteponemos en cada actuar de nuestra vida el Amor como ley suprema en nuestro proceder estaremos renunciando a lo que Cristo nos propone y buscaremos en nuestra vida, en cada circunstancia, motivos para rechazar o incluso acusar a Jesús. La curación del hombre con la mano atrofiada nos muestra que el hombre tiene un valor absoluto y que está por encima de cualquier precepto humano. Este pasaje debe hacernos recordar la insistencia con la que el Papa Francisco nos anima a salir de nuestro espacio de confort y no contentarnos con un simple «cumplí». Nuestro deber como cristianos comprometidos, marcado a fuego en nuestros corazones, es el de ser auténticos apóstoles de la misericordia de Dios: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Oseas 6, 6).

«Este pueblo había visto la rigidez de estos escribas y fariseos. Es así que cuando venía un profeta que les daba un poco de alegría lo perseguían y también lo asesinaban: allí no había sitio para los profetas. Jesús dice a los fariseos: “Vosotros habéis matado a los profetas, habéis perseguido a los profetas: aquellos que traían aire nuevo”. Jesús, como dijo en la sinagoga de Nazaret, vino a traernos el año de gracia, a traernos la liberación, la verdadera liberación: la de Jesús. La generosidad, la santidad es salir pero siempre, siempre hacia arriba. Esta es la liberación de la rigidez de la ley y también de los idealismos que no nos hacen bien. Jesús nos conoce muy bien y conoce cómo estamos hechos porque Él es el creador, conoce nuestra naturaleza.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 9 de junio de 2016, en Santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En el día de hoy le pido al Señor poder comprender mejor a los demás, saber colocarme en su situación, y poder perdonar de corazón algo que me suceda. Y junto al perdón, responder con algún acto de misericordia en acción de gracias al Señor por el don de saber perdonar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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