Lunes 5 de septiembre de 2022 – «Una pregunta que interpela»
Iván Yoed González Aréchiga, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, he aprendido que la fe crece pidiéndola y transmitiéndola. Y Tú nos dices «pidan y se les dará». Por eso vengo hoy a decirte: ¡Aumenta mi fe para creer en ti!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?» Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuántas concepciones tengo de Dios?, ¿cómo lo veo? A veces lo veo como un Dios misericordioso, otras veces como un Dios paciente. Lo veo como un Dios justo pero compasivo, un Dios que es todo amor. Y me parece, sobre todo, un Dios que no reclama, que no dice mucho o que es incluso silencioso.
Pues bien, aquí me confronto con una cara distinta de Dios, que viene y me interpela. Sí, a veces es bueno mirar a la bondad de Dios que jamás se cansa, mirar a la clemencia que jamás se agota. Pero, ¿es que a un niño siempre se le trata así? Quien sabe educar, sabe que al niño no siempre debe concedérsele todo, que no siempre le ayuda la condescendencia. Puede parecer virtud por parte del de la madre, del padre o del tutor, pero en realidad es ingenuidad.
El corazón de toda persona necesita tanto de momentos en que pueda ejercer su libertad sin ninguna coacción, como también de momentos en que se le interpele. En pocas palabras, qué bien me hace cuando me dirigen un «¿qué haces?», «¡abre los ojos!», «¡piensa en tus hijos!», «¡no vayas por ahí!» o también «¡qué bien lo hiciste!», «¡sigue así!», «no te des por vencido», «mira a tu futuro»… Somos humanos. Necesitamos de otros. Y Cristo era muy humano.
Hoy la pregunta se dirige a los fariseos. Podemos llamarla una pregunta «retórica». Una pregunta que va más allá de la sola respuesta. Una pregunta que busca sacudir. Dios viene a presentárseme hoy, sí, como justo, misericordioso y todo amor; pero especialmente como Padre que me busca interpelar. Y ¡cómo lo necesito!
«El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. ¡Cómo quisiera que todos nos uniéramos en oración unánime, implorando desde lo más profundo de nuestros corazones, que el Señor tenga misericordia de nosotros y del mundo entero!».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando acuda a la Santa Misa buscaré abrir el corazón para escuchar la voz de Dios en las lecturas, en el sermón, dejando que me interpele.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.