Lunes 7 de diciembre de 2020 – Hacer que de mi corazón un corazón apóstol.
San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
H. Manuel García de Polavieja, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Permíteme, Señor, ser un apóstol de tu misericordia y tu perdón entre los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-10, 1. 6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: «Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En cada pasaje del Evangelio Jesús nos enseña un rasgo de su corazón. Hoy, si leemos el Evangelio con el corazón vemos un corazón que ama y que, como dice san Juan, «ama hasta el extremo». Como cristianos, Jesús nos invita a imitar su amor. Él mismo nos lo dijo en la Última Cena, cuando nos dio el Mandamiento del Amor: «Amaos como yo os he amado».
Ahora, este amor del corazón de Jesús es un amor activo, que busca satisfacer los problemas de los demás. No es un amor abstracto o basado en sentimientos, sino un amor que cura, que predica, que perdona. Hoy, el ejemplo de Cristo nos impela a formar en nosotros un corazón inflamado de amor como el suyo, que nos lleve a satisfacer siempre las necesidades de los demás, que nos lleve a ser cristianos que no se quedan de brazos cruzados viendo cómo está el mundo, sino que se meten en él para transformarlo.
Éste es el corazón del apóstol que todos estamos llamados a encarnar en nuestra vida. Un corazón que sea capaz de desgastarse por los demás, que no se rinde ante las dificultades y que llegue a estar dispuesto a dar la misma vida si es necesario, como Cristo la entregó por nosotros.
«La misión es pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es pasión por su pueblo. Es aprender a mirar donde él mira y a dejarnos conmover por lo mismo que él se conmueve: sentimientos entrañables por la vida de sus hermanos, especialmente de los pecadores y de todos los que andan abatidos y fatigados como ovejas sin pastor. Por favor, nunca acurrucarse en cobertizos personales o comunitarios que nos alejen de los nudos donde se escribe la historia. Cautivados por Jesús y miembros de su Cuerpo integrarnos a fondo en la sociedad, compartir la vida con todos, escuchar sus inquietudes…»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Darme cuenta de la necesidad que tenga una persona cercana y ayudarle a solucionarla.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.