No estás solo

Lunes 8 de noviembre de 2021 – «Creer en su presencia»

H. Raphael Meyer, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, estás presente. Como Hijo amado, te presentas ante el Padre. Ayúdame, especialmente en los momentos de oscuridad, a creer en tu presencia como Tú creías en la presencia del Padre. Ayúdame especialmente en esos momentos de oscuridad a creer en tu presencia.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día y siete veces vuelve a decirte: «Lo siento», lo perdonarás». Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar». Y os obedecería».

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

 

No nos dejes caer en la tentación… Y, sin embargo, caemos tan a menudo. Aunque estas tentaciones deben evitarse en todos los casos, después de la caída siempre está el perdón del Señor, que comprende nuestra debilidad, se inclina hacia nosotros y nos llama al arrepentimiento.

Una persona que quiere enmendarse reconoce su propia debilidad e incapacidad. Se enfrenta a su propia desnudez y a ese rincón de sí mismo al que todavía no ha llegado la luz de Jesucristo. Esto duele. En este dolor, el de la supuesta impotencia, Jesús nos invita a tener fe. La fe en la presencia de Jesús en nuestro sufrimiento. No estás solo, aunque hayas vuelto a caer, aunque hayas sido piedra de tropiezo para otros. Jesús ha descendido a la suciedad de nuestro pecado y su luz brilla también allí.

Hay alguien que te invita a creer y porque crees que está ahí, también puedes pasar por este sufrimiento, junto con Él. Escúchale decir: «Sé por lo que estás pasando». Esta es la fe que piden los discípulos: «Fortalece nuestra fe».

«Jesús en esto es muy preciso. Y a nosotros, a todos da esta advertencia: “¡estad atentos de vosotros mismos!”. Porque está el escándalo del Pueblo de Dios, de los cristianos, cuando un cristiano, diciéndose cristiano, vive como pagano. Por otro lado, cuántas veces en nuestras parroquias hemos escuchado gente que dice: “No, yo a la Iglesia no voy porque ese o esa que está todo el día encendiendo las velas allí dentro, después sale, habla mal de los otros, siembra cizaña…”.

Y cuántos cristianos alejan a la gente con su ejemplo, con su incoherencia: la incoherencia de los cristianos es una de las armas más fáciles que tiene el diablo para debilitar al Pueblo de Dios y para alejar al Pueblo de Dios del Señor. Es el estilo de decir una cosa y hacer otra. Precisamente eso que Jesús decía al pueblo sobre los doctores de ley: “Haced lo que ellos dicen, no hagáis lo que hacen”. Esto es la incoherencia. Al respecto, preguntarse hoy, cada uno de nosotros: ¿cómo es mi coherencia de vida? En mi vida hay ¿coherencia con el Evangelio, coherencia con el Señor? Preguntarse, por tanto, si por mi incoherencia soy motivo de escándalo para los otros». (S.S. Francisco, Homilía, 13 de noviembre de 2017).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haz un acto de confianza en Dios, rezando: «¡Señor, tú lo sabes todo, en tus manos estoy!

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Comparte: