Lunes 8 de mayo – Escuchar el silbido del amor.
H. Balam Loza, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, te amo pero sé que jamás podré recompensar suficientemente el amor tan grande y tan maravilloso que me has tenido. Por eso me pongo humildemente a tus pies y me dejo amar. Tú conoces muy bien mi corazón y conoces todo lo que llevo en mi interior, mis penas y mis alegrías. Por eso, en el silencio de este nuevo día, vengo a ponerte mi corazón en tus manos para que lo llenes de amor y pueda hacer la experiencia profunda de sentirme amado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida pos sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, yo la doy porque quiero. Tengo el poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús es el buen Pastor, ¿qué significa eso? Sin duda podemos escuchar esa expresión como tantas otras y nos puede dejar ya sea indiferentes o decirnos realmente poco. Pero si leemos con calma este pasaje, seguramente sacaremos mucho fruto. Y hoy, el mismo Jesús nos explica qué es ser pastor y porqué Él se describe como tal.
En primer lugar es el que da la vida por todas y al mismo tiempo por cada una. No es alguien que escapa al ver llegar el peligro, sino que defiende a todas. Pero no sólo eso, ya que está dispuesto a recorrer los caminos más peligrosos con tal de encontrar a esa oveja que se ha perdido. Piensa en cada una como si fuese la única. Y es justamente ésta la segunda característica. Jesús conoce a cada una y la ama con especial predilección. No importa cuán lejos esté porque las lleva muy cerca de su corazón. Y si alguna se aleja sufre hasta encontrarla, y cuando la encuentra se llena de un gran gozo. Para Él ninguna es igual porque cada una es insustituible.
Pues bien, hemos visto que Jesús es nuestro pastor que ha dado su vida para que nosotros pudiésemos ser plenamente dichosos. Y las muchas veces que nos hemos escapado o que el pecado nos ha alejado de Él, no ha tardado en salir a nuestro encuentro y en ir a los lugares más recónditos. Pero al mismo tiempo, como Él es buen pastor y como nos conoce perfectamente, sabe cómo hablarnos y entonces nosotros somos verdaderamente sus ovejas y como tales debemos aprender a escuchar la voz, el silbido de Jesús cuando nos llama y descubrir el amor que hay detrás de un sencillo gesto.
«El pastor según Jesús tiene el corazón libre para dejar sus cosas, no vive haciendo cuentas de lo que tiene y de las horas de servicio: no es un contable del espíritu, sino un buen Samaritano en busca de quien tiene necesidad […] Cristo ama y conoce a sus ovejas, da la vida por ellas y ninguna le resulta extraña. Su rebaño es su familia y su vida. No es un jefe temido por las ovejas, sino el pastor que camina con ellas y las llama por su nombre. Y quiere reunir a las ovejas que todavía no están con él.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, voy a leer con calma el salmo 22, preferentemente en una iglesia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.