Marta y María: muchas cosas inquietan, una sola es necesaria (Lc 10,38-42)

Evangelio: Lucas 10,38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».

Fruto: Renovar en mi corazón el deseo de contemplar a Cristo.

Pautas para la reflexión
La Iglesia invoca a las hermanas Marta y María como santas; a las dos, no sólo a María, la única que parece salir bien parada de esta escena evangélica. A Marta se la ve como la mujer inquieta. A María como la mujer contemplativa. Veamos brevemente qué hay en el corazón de estas 2 mujeres.

1. María, contemplativa
La tradición de la Iglesia siempre ha identificado a María con el modelo de vida religiosa contemplativa. Hay gente que pregunta: «¿Qué hace una carmelita, una agustina…. toda su vida «encerrada» en un viejo convento, junto con 15 o 20 mujeres, y privadas de muchas comodidades?». Mucho más de lo que la sociedad moderna imagina… Contemplar a Cristo, orar por tantas necesidades que hay en el mundo. En nuestra sociedad actual, donde reina la tecnología, la mentalidad utilitarista, las evaluaciones de resultados empresariales, se nos está olvidado lo principal: la oración. No deja de llamar la atención que la Iglesia invoca a dos patrones para las misiones: Uno es San Francisco Javier, el incansable predicador de las islas del sol naciente, Japón. Y la otra es Santa Teresa del Niño Jesús, una carmelita descalza, monja contemplativa, que vivió en Lisieaux a finales del siglo XIX. ¿Qué hizo esta mujer en sus escasos nueve años de vida en el convento (murió a la edad de 24 años)? Simplemente contemplar, orar, alabar a Jesucristo desde su vida fiel de cada día. «Una sola cosa es necesaria», nos recuerda Jesús en el Evangelio. ¿Cómo vivo yo eso que es lo necesario, lo principal?

2. Marta, mujer activa e inquieta
Nos podemos quedar con la idea de que Marta se equivocó, pensando que no hizo lo que debía y por eso Cristo la recrimina: «Marta, Marta, andas preocupada por muchas cosas». Vayamos un poco más allá de la inmediatez de esta escena: ¿Por qué está tan hacendosa Marta? No se trata de un puro activismo vacío y sinsentido, sino de dar al Amigo lo mejor, también en la parte material. Marta hacía muchas cosas, pero tenía claro el porqué y el para qué, no era un obrar vacío. Si bien la parte principal en la vida cristiana es la oración, y sin esta raíz, la planta se seca, no hemos de perder de vista nuestro compromiso de hacer el bien, de actuar, de obrar. Ya dice el conocido refrán: «A Dios rogando y con el mazo dando», «obras son amores y no buenas razones». No deja de ser válida la conocida regla de san Ignacio de Loyola: «Obrar como si todo dependiese de mí [Marta], pero confiar sabiendo que todo depende de Dios [María]», hemos de ser contemplativos en la acción, y conquistadores en la oración. Pidamos al Señor que nos ayude a volar con estas dos alas hacia la santidad.

Propósito: Durante esta semana realizaré un momento de oración al inicio del día para renovar la razón de ser de mi vida cristiana.

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