Martes 11 de febrero de 2020 – Lo que le importa es nuestro corazón…
Nuestra Señora de Lourdes
H. Abraham Cortés Ceja, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te pido me concedas el don de la unidad en mi vida. Que en mi corazón no exista la división, sino la presencia de tu amor, que me da paz y libertad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó: “Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. y: El que maldiga su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio de hoy podemos aprender que todo acto exterior que realizamos debe ser impulsado y movido por nuestro corazón. Un corazón que se encuentra unido a Dios, que escucha sus palabras y desea vivir sus mandamientos por amor. Si nuestro corazón no está unido a Él, si no es guiado y sostenido por Él, nuestras acciones serán realizadas por nuestro egoísmo.
El Señor nos hace ver que debe existir una unidad y coherencia en nuestra vida, entre nuestro interior y lo que hacemos exteriormente, entre lo que somos y como vivimos. Nuestras obras exteriores deben de ser reflejo de nuestro interior y Cristo mismo nos da ejemplo de ello. Al leer el Evangelio y contemplar la vida del Señor, podemos ver cómo su corazón estaba unido a su Padre, cómo estaba lleno de amor y cómo sus obras lo reflejaban. Al vivir en la unidad, recibimos el don de la libertad y de la paz, descubrimos nuestra verdadera identidad de ser hijos de Dios y experimentamos el gozo de vivir como sus hijos. Nuestro Señor fija su mirada en nuestro interior y en lo que somos para Él. Lo que a Él importa es nuestro corazón, el núcleo de nuestra vida, donde se encuentran todas nuestras convicciones y emociones, nuestros deseos y esperanzas, nuestros miedos e inquietudes. Sus palabras y acciones van dirigidas a transformar nuestro corazón, para que nuestras obras sean guiadas por amor, hacia la verdad y plenitud de nuestra vida, es decir, hacia la felicidad.
«El sello del bautismo no se pierde nunca. “Padre, pero si una persona se convierte en un bandido, de los más famosos, que mata a gente, que comete injusticias, ¿el sello no se borra?”. No. Para su propia vergüenza el hijo de Dios que es aquel hombre hace estas cosas, pero el sello no se borra. Y continúa siendo hijo de Dios, que va en contra de Dios, pero Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Habéis entendido esto último? Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Lo repetimos todos juntos? “Dios nunca reniega de sus hijos”.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 9 de mayo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar que mis obras sean realizadas por amor a Dios y a los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.