Martes 12 de junio de 2018 – Portadores de la esperanza.
H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo al inicio del día, para escuchar lo que quieres de mí. Enséñame a creerte y a seguirte para experimentar tu Palabra que salva.
Cristo Jesús, Tú que eres mi hermano, mi amigo, mi Dios… Tú que eres todo para mí, ayúdame a saber acompañarte en el sagrario, pero sobre todo, ayúdame a saber dejarme acompañar por tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A mí me toca, de mí depende, porque así lo ha querido Dios al darme la oportunidad de transmitir lo que de Él he recibido. Debo hacer más personal el Evangelio y, en lugar de escuchar a Cristo que se dirige a una multitud, entender que Él me interpela íntimamente al poner la esperanza de los demás sobre mis hombros:
«Tú eres la sal de la tierra que se ve necesitada al perder la capacidad de dar sus frutos. Tú eres la luz del mundo que vive en medio de confusión y que necesita encontrar respuestas. Tú eres la persona que he elegido para que lleve la esperanza.»
Aun cuando se siente la debilidad y la incapacidad ante la misión que se me presenta, debo tener confianza en Aquél que me guía y me protege porque mi seguridad reposa en Él que todo lo puede.
¿Qué es lo que puedo y debo hacer? Pues bien, el resplandor que pueda reflejar será tan claro en la medida que yo pueda contemplar la Bondad y la Belleza de Dios. En otras palabras, Él me muestra su amor y luego me envía para ser testigo de lo que he visto y así se me da la oportunidad de ser portador de la esperanza al grado de hacer propio lo que llevo.
«El cristiano es un testigo. La palabra testimonio encierra una de las peculiaridades de las actitudes cristianas. Un cristiano que lleva esta luz, debe hacerla ver porque él es un testigo. Si prefiere no hacer ver la luz de Dios y prefiere las propias tinieblas, le falta algo y no es un cristiano completo. Las tinieblas le entraron en el corazón, porque tiene miedo de la luz y prefiere los ídolos. El cristiano es un testigo, testigo de Jesucristo, luz de Dios. Y deber poner esta luz en el candelabro de su vida.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de enero de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré hablar con alguna persona que vea decaída y le daré un mensaje de esperanza.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.