espíritu

Martes 16 de febrero de 2021 – Lo simple, auténtico y consistente.

H. Erick Flores, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre, Tú que todo lo sabes, ilumina mi mente para poder profundizar más en quién soy y para qué estoy hecho. Pongo en tus manos todos mis sufrimientos e inquietudes, pues sólo en Ti hay una esperanza que no defrauda.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 8, 14-21

En aquel tiempo, cuando los discípulos iban con Jesús en la barca, se dieron cuenta de que se les había olvidado llevar pan; sólo tenían uno. Jesús les hizo esta advertencia: “Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes”. Entonces ellos comentaban entre sí: “Es que no tenemos panes”.

Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: “ qué están comentando que no trajeron panes? ¿Todavía no entienden ni acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, si no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?” Ellos le contestaron: “Doce”. Y añadió: “ Y cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?”.  Le respondieron: “Siete”. Entonces él dijo: “¿Todavía no acaban de comprender?”

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al meditar el Evangelio y ver nuestra historia y nuestra vida, encontramos la presencia de Dios en ellas. Hoy seguimos sufriendo una enfermedad que no parece terminar, no como propósito directo de Dios pero, de cierta forma, el dolor y el sufrimiento nos hacen voltear la mirada a Dios con un corazón contrito. Una historia se construye y en ella hay mucho dolor, pérdidas. Viviendo en la presencia de Dios, este tiempo nos permite ver que estamos hechos de barro por unas manos omnipotentes, manos eternas y amorosas. ¿Amorosas? Sí, llenas de amor porque sólo en Él encontramos el pan que nos falta, la salud que perdemos, la vida que se nos va, la compañía que necesitamos. En Él está nuestra esperanza.

Jesús, en este pasaje pide que nos guardemos, que nos cuidemos de la levadura de los fariseos y de la de Herodes. Mucho se puede decir, considerando estas palabras. Algo que ayuda es pensar en la levadura como todo aquello que nos hace sentirnos más de lo que somos. Si comparamos un pan con levadura a otro sin ella vemos que son muy diversos. A Cristo le gusta lo sencillo, lo consistente… Cuando Cristo llega a nuestra vida nos dice que tengamos cuidado de aquella cosa o persona que nos hace sentirnos más o mejor, porque Él sabe que, una vez muerto aquello, ya no parece ser tan bueno como pensábamos. Por eso, Cristo gusta de lo simple, de lo auténtico, es decir, de no querer pretender ser alguien que no somos.

En Cristo podemos encontrar esa simplicidad, partiendo de nuestra realidad de hoy; no nos fijemos en los acontecimientos que pasan, en el dolor y el sufrimiento que en sí nos hacen desconfiar del Todopoderoso. Más bien, fijemos nuestra mirada en aquello de lo que estamos hecho, de espíritu. Tú y yo no somos pura materia terrenal y finita, también nuestro origen está en el soplo divino que nos infundió el alma, un alma personal y única. Somos espíritus vivos, nuestra fuerza la encontramos en saber que somos un hijo, una hija de Dios.

Si realmente creemos en Cristo que multiplicó los panes, si en nuestra vida aún no hemos visto los canastos llenos de bendiciones y de la misericordia de Dios, difícilmente lograremos entender lo que Cristo nos quiere decir. Una cosa nos comunica: «les voy a preparar una morada, para donde esté yo estén también ustedes». Esta es la verdad, no venimos a quedarnos en este mundo, pues estamos hechos de algo más que solo barro. Somos hijos de Dios.

 

 

«Cuando el corazón se endurece, cuando el corazón se endurece, se olvida… Se olvida la gracia de la salvación, se olvida la gratuidad. El corazón duro lleva a las peleas, lleva a las guerras, lleva al egoísmo, lleva a la destrucción del hermano, porque no hay compasión. Y el mensaje de salvación más grande es que Dios ha tenido compasión de nosotros. Esa frase del Evangelio, cuando Jesús ve a una persona, una situación dolorosa: «tuvo compasión de ellos». Jesús es la compasión del Padre; Jesús es la bofetada de toda dureza de corazón.»

(Homilía de S.S. Francisco, 18 de febrero de 2020, en santa Marta).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Agradecer a Dios por una bendición recibida el día de hoy.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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