Martes 21 de agosto de 2018 – Los ricos y Dios.
San Pío X, Papa
H. José Romero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme poder comprenderte mejor, para así amarte más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos”.
Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces ¿quién podrá salvarse?” Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?”. Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace poco leí una noticia de una mujer política que comentaba que ser rico es bueno, que todo ser humano debería apuntar a tener esto como una meta, como algo que se debe obtener. Esta idea parece contradictoria con el Evangelio de hoy, ya que nuestro Señor dice que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Pero algo que aclara esta política es que la riqueza no es algo puramente material, que ser rico no es solamente tener dinero o bienes sino es algo más, es también poseer, de manera sobreabundante, bienes espirituales.
Nosotros, hombres débiles, estamos acostumbrados a ver como una persona rica a aquella que tiene muchos bienes materiales. Por esto Jesús, al hablar de un rico, se refiere no a las personas que tienen muchos bienes materiales sino a las personas que consideran solamente los bienes materiales como su riqueza. A estas personas les será difícil entrar al Reino de los Cielos porque lo que preocupa a su corazón, su meta personal es lo material y no lo espiritual. No hay una contradicción entre ser rico y el Cielo. Es completamente bueno ser rico, es necesario para todo hombre conseguir en sobreabundancia bienes espirituales y conseguir lo necesario para vivir dignamente en la vida material.
Ciertamente, nuestro Señor, llama a algunos a vivir nuestra riqueza únicamente en la forma inmaterial y desapegarnos de las preocupaciones de lo material para así poder vivir en esta vida los bienes inmateriales. Pero todo cristiano está llamado a darle más importancia a los bienes inmateriales que a los materiales, a vivir este mundo como lo que es, un paso para la eternidad. Sin duda alguna concuerdo con que ser rico es muy bueno y ayuda para ser feliz, pero tener el Cielo es lo que todo hombre necesita.
«Este pasaje del Evangelio Lucas (12, 13-21) comienza con un pleito por una herencia y termina con otro pleito, cuando vengan los nietos y todos: nosotros sabemos qué sucede. Pero es Dios el que pone el límite a este apego al dinero. Que el hombre se vuelve esclavo del dinero no es una fábula que Jesús inventa: esta es la realidad de hoy. Tantos hombres que viven para adorar el dinero, para hacer del dinero su propio dios: tantas personas que viven solo para esto y la vida no tiene sentido. Así es el que atesora riquezas para sí —dice el Señor— y no se enriquece en orden a Dios. En realidad no saben qué es enriquecerse en orden a Dios».
(Homilía de S.S. Francisco 23 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preocuparme por tener bienes espirituales y desprenderme hoy de alguna cosa material, de mi propiedad, para ayudar a un necesitado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.