Martes 21 de julio de 2020 – La familia que somos.
H. Julián Álvarez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Prepara Señor mi corazón para que escuche tu voz y dame la gracia de saberme parte de tu Iglesia para que junto con mis hermanos vivamos haciendo tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: “Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo”.
Pero él respondió al que se lo decía: “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos?” Y señalando con las manos a sus discípulos, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Alguna vez has mordido un ajo? ¿O en alguna ocasión has comido sal? ¿Cuándo fue la última vez que tomaste una cucharada de pimienta o de orégano? Estos son algunos de tantos de los condimentos que se añaden a una comida, pero generalmente estamos acostumbrados a degustarlos como parte de un todo, pues sazonan nuestras comidas favoritas: pero es muy interesante ver cómo lo que da sabor, por sí solo tiene un sabor muy desagradable.
La fe, del mismo modo, se vive como parte de un todo. Como el condimento, da sabor, pero aislado, separado, sabe feo, o se vive muy pobremente. En el Evangelio de hoy Jesús llama hermanos a aquellos que hacen la voluntad del Padre. ¿Te suena la palabra hermano? ¡Claro que sí! Esta palabra evoca a la familia que somos: la Iglesia. Que el Evangelio de hoy te ayude a descubrir que eres parte de esta familia y que la vivencia de la fe se da siendo parte de ese todo.
«Jesús desafió a toda aquella multitud que lo escuchaba a preguntarse por algo que puede parecer tan obvio como seguro: ¿quiénes son los miembros de nuestra familia, aquellos que nos pertenecen y a quienes pertenecemos? Dejando que la pregunta hiciera eco en ellos de forma clara y novedosa responde: “Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. De esta manera rompe no sólo los determinismos religiosos y legales de la época, sino también todas las pretensiones excesivas de quienes podrían creerse con derechos o preferencias sobre él. El Evangelio es una invitación y un derecho gratuito para todos aquellos que quieren escuchar. Es sorprendente notar cómo el Evangelio está tejido de preguntas que buscan inquietar, despertar e invitar a los discípulos a ponerse en camino, para que descubran esa verdad capaz de dar y generar vida; preguntas que buscan abrir el corazón y el horizonte al encuentro de una novedad mucho más hermosa de lo que pueden imaginar. Las preguntas del Maestro siempre quieren renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad con una.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de noviembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir conscientemente por la Iglesia de la cual formo parte.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.