la mejor parte

Martes 6 de octubre de 2020 – Las dos mejillas del rostro de la iglesia femenina.

H. Leonardo Garzón, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, Tú que has hablado a tantas personas a lo largo de la historia, te pido que me concedas la gracia de sentirte cerca en mi vida y escucharte para hacer lo que me pides. Creo en Ti, pero ayuda mi fe para que se convierta en obras.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.

El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

 

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio podemos ver dos versiones del servicio que las mujeres hacen en la iglesia. De un lado encontramos la que es muy activa porque recibe gente en su casa con todo lo que esto implica, preparar la casa para los huéspedes como si fuera para Cristo mismo. Se preocupa por darles lo mejor y tiene el talento para conseguir todo lo que necesita para sus invitados. Ella sabe que estudiar, trabajar, manejar y una innumerable lista de quehaceres son importantes y pone todo su esfuerzo en estas tareas. Como buena mujer puede hacer varias cosas a la vez ganándose la admiración de los demás. Es tan activa que hasta en su forma de hablar se puede notar que tiene mil cosas en la cabeza, planes, iniciativas, personas, oraciones, etc. Todo lo que hace sería en vano si no lo hiciera por el amor de su vida, este sin fin de actividades caería en saco roto si no tiene la motivación correcta. Amar a Cristo para ella se hace palpable en su vida activa.

Del otro lado está la que escucha y escucha y cuando ya ha acabado, sigue escuchando. Parece que no tiene nada más que hacer, pero, aunque exteriormente no se vea tanta actividad algo está pasando dentro de ella. Ante la pasividad que se puede sentir de ella la gente le puede reclamar e interpelar al Señor si ese es el tipo de mujeres que necesita o qua ayudarán al mundo. El interior de una mujer es muy rico porque es todo un misterio y, en cierta forma, es más sensibles a las cosas espirituales, es la obra de Dios que crea un alma y, si esta la deja, puede seguir creando con su gracia cosas siempre nuevas. Ella es una invitación a todos nosotros de saber escuchar a los demás, especialmente a Dios.

Estas dos partes no están en contradicción, sino que son complementarias, las dos son necesarias para el buen funcionamiento de la iglesia y el mundo. Sin la acogida de Marta, María no hubiera tenido la oportunidad de escuchar a Cristo tan cerca. La mejor parte de estar cerca del Señor y escucharlo no se da sin esfuerzo y preparación.

 

«En el pasaje el evangelista Lucas narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Lo reciben, y María se sienta a sus pies para escucharlo; deja lo que estaba haciendo para estar cerca de Jesús: no quiere perderse ninguna de sus palabras. Todo debe dejarse de lado porque, cuando Él viene a visitarnos en nuestra vida, su presencia y su palabra vienen antes que todo. El Señor siempre nos sorprende: cuando empezamos a escucharlo realmente, las nubes se desvanecen, las dudas dan paso a la verdad, los miedos a la serenidad y las diferentes situaciones de la vida encuentran el lugar que les corresponde. El Señor siempre, cuando viene, arregla las cosas, incluso para nosotros.»

(Ángelus de S.S. Francisco, 21 de julio de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar por las vocaciones a la vida consagrada femenina.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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