Domingo 29 de mayo – La convicción del amor de Cristo Rey.

H. Iván Yoed Glez. LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Confío, Dios mío, que al ponerme en tu presencia me concederás tu bendición de Padre; de mi Padre que me ama. Quiero escucharte, detenerme a contemplarte, apartarme de cuanto me aleje de Ti. En tus manos deseo entregar mis preocupaciones y colocar en Ti a cuantas personas se hallan en mi corazón. Este momento es nuestro, es cuando me encuentro con la fuente de la misericordia. Mi alma está sedienta y quiere recoger el agua de tu amor, para en ella refrescarse y compartirla. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: “Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga”. Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: “¡Ve!” y va; a otro: “¡Ven!” y viene; y a mi criado: “¡Haz esto!”, y lo hace”.

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande”. Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

En aquel tiempo Jesús encontró más fe en ese oficial romano que en mucha gente que lo seguía. Ese oficial se preocupó por su criado y busco un medio para curarlo, pero lo significativo es que, sin ser uno de sus discípulos, supo reconocer la realeza de Jesús.

Jesús habló del Reino de Dios a sus discípulos. ¿Por qué no se habla más del Reino de los cielos? Parece como si el relativismo hubiese desgarrado la fe de los cristianos, y con el nombre de tolerancia se hubiese bautizado la intolerancia, con fuerza tal, que les arranca el tesoro más preciado: su amor por Cristo. Globalización, condescendencia, indulgencia, flexibilidad, son las «virtudes» que han venido a sustituir la fortaleza, la pasión, la sinceridad, la honestidad, la veracidad, la integridad, el testimonio, la convicción por el amor de Cristo.

Cristo no tuvo miedo ante los hombres, nunca fue víctima de la opinión de los demás, cuya principal tarea parece ser buscar frenar el anuncio de la verdad, incómoda, pero que en realidad luego ser torna bella si tan sólo se le da una primera acogida.

Yo soy un alma, Señor, que tiene sed de Ti, que anhela tener la fe del oficial romano. Tantas veces este mundo me ha ofrecido ser capaz de apaciguar mis ánforas con sus deleites, con sus proyectos pasajeros, con sus deslumbres instantáneos, pero sé que Tú me quieres para instaurar tu Reino. Tú me quieres para anunciar tu nombre. Tú me quieres para gritar con mi vida la verdad y exclamar con mi ejemplo, pero también con mi voz, tu palabra, tu mensaje, que no es relativo, sino plenamente absoluto en el amor. Un amor capaz de curar toda enfermedad. ¿Qué será de mí si no evangelizo? Hazme anunciar en este tiempo tu Reino, Señor.

«Era un hombre humilde y dijo al Señor: no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Y con humildad: di una palabra y mi siervo quedará sano. Estas son las dos virtudes de un gobernante, así como nos hace pensar la palabra de Dios: amor al pueblo y humildad. Cada hombre y cada mujer que asume responsabilidades de gobierno debe hacerse estas dos preguntas: ¿yo amo a mi pueblo para servirle mejor? ¿Y soy humilde para oír las opiniones de los demás a fin de elegir el mejor camino? Si ellos no se hacen estas preguntas, su gobierno no será bueno.»

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2013, en Santa Marta). 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama. 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Vivir este día con un activo esfuerzo por ser verdadero testigo de Cristo, y anunciar la verdad de amor que nos fue anunciada por Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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