El mejor Médico para todos (Mc 1,29-39)
Evangelio: Mc 1,29-39
Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y de Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Se lo dijeron a Jesús y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a servirles. Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. El sanó entonces a muchos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero a estos no los dejaba hablar, pues sabían quién era. Muy de madrugada, antes del amanecer, se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y allí comenzó a orar. Simón y sus compańeros fueron en su busca. Cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te buscan». Jesús les contestó: «Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he venido». Y se fue a predicar en las sinagogas judías por toda Galilea, expulsando los demonios.
Fruto: Reconocerme necesitado de la gracia de Dios.
Pautas para la reflexión:
Jesucristo está empezando su vida pública. Después de 30 años oculto en la casa de Nazaret, ahora recorre Palestina predicando la buena noticia. Ya desde el inicio se encuentra con una realidad muy humana: la enfermedad, enfermedad del cuerpo y enfermedad del alma. Él es el mejor Médico para todos.
1. La enfermedad del mundo
En más de una ocasión habremos visto el panorama del mundo que nos rodea. Las noticias que escuchamos cada día nos recuerdan gran cantidad de problemas que tiene nuestra sociedad actual: acciones terroristas, atentados, guerras civiles, crisis económicas, contaminación y peligro ecológico, violencia doméstica, asesinato de inocentes, secuestros, abortos y un larguísimo etcétera. La lista puede caer como una losa sobre nuestra esperanza.
2. La enfermedad personal
La sociedad no es algo que se considere en general, abstracta. La sociedad somos tú, yo, cada uno de los seres humanos. Si la sociedad está en crisis, ¿no será porque quienes la conformamos también estamos en crisis? Nos quejamos con facilidad de la violencia imperante en el mundo de hoy; ¿no habrá también violencia en mi vida? Pensemos, por ejemplo, en el modo como trato a mi esposa / esposo, a mis hijos / padres, a mis compañeros de estudio o de trabajo; pensemos con cuánta facilidad explota la impaciencia ante un fallo ajeno; pensemos con cuánta dificultad perdonamos una ofensa. Resulta fácil acusar al mundo de sus males, de la injusticia, de la violencia, del odio, de la falta de amor… Sin embargo, esos males que veo en la sociedad tienen su raíz en personas concretas, quizás también en mí. Por eso, si quiero sanar al mundo actual, tengo que empezar por sanarme a mí. El cuerpo está sano cuando todas sus partes están sanas.
3. Jesús, el mejor médico
El evangelio que estamos considerando nos enseña dónde está la mejor solución: Jesús, desde el inicio de su ministerio apostólico, se encontró con la enfermedad y nos enseñó su deseo de liberarnos de ella. Llegó a la casa de la suegra de Pedro, y con sólo tocarla, la fiebre desapareció; bendijo a los jóvenes que se agolpan y los cura de toda enfermedad y dolencia. Jesús ha venido a curar al hombre y a la sociedad de sus males. Sólo necesita una cosa: que nos acerquemos a Él, con humildad, reconociendo nuestra debilidad. Un médico, para poder curar una enfermedad, necesita que el enfermo acuda a él y le diga: me duele aquí; tengo este problema concreto. En su gran corazón, Jesús va todavía más allá: no sólo cura a los enfermos que acuden a Él, sino que sale a buscar a otros enfermos, también necesitados de él. Se levantó muy de mañana para rezar, nos dice el evangelio, y a continuación explica a sus primeros seguidores: Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he venido, para buscar al hombre, necesitado de salud, necesitado de salvación, en busca de sentido.
Propósito: Como promotor de la paz en mi familia, trataré a todos con especial respeto. Y buscaré sanar las heridas de mi vida familiar, acudiendo siempre primero al mejor Médico.
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