Miércoles 11 de noviembre de 2020 – La planta más rara.
San Martín de Tours, obispo
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por tu presencia en mi vida que, aunque no te vea, sé que estás cerca y me amas. Ese amor que tienes por mí es compasivo y sé que me quieres cuidar, por eso clamó a Ti para que me ayudes y me des tu gracia. Si quieres que espere confiaré en Ti y esperaré el momento más indicado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La planta más rara y también muy preciada es una que se encuentra en lo alto de una montaña. Esta planta, en nuestros días, es famosa por su ausencia. Y parece que fuera de otro planeta el que la tiene y la muestra a los demás. Es difícil conseguirla porque se tiene que subir a esta montaña súper alta y no muchos lo logran.
Para ser agradecidos, que es una cualidad muy preciada, necesitamos adquirir la actitud de que no todo lo merecemos ni la gente nos tiene que servir porque sí. Hay que adquirir la humildad para dar gracias por todo ya que nosotros solos no podemos todo. Necesitamos de los demás y esto nos hace ser agradecidos. ¡Cuánto bien hace el pronunciar la palabra mágica “gracias”!
En primer lugar, debemos ser agradecidos con Dios porque de Él nos vienen todos los dones que tenemos. Aunque no estemos bien, o de hecho estemos sufriendo, podemos seguir agradeciendo a Dios porque, de una forma misteriosa, eso es lo que Él quiere para nosotros en ese momento. Sabemos que todo nos viene de Dios y sin Él no podemos nada, de Él dependemos. Todo esto nos lleva a elevar una oración de acción de gracias y tengamos salud o no, alabemos el nombre del Señor.
Nuestra vida se debe convertir en la búsqueda de un agradecimiento profundo, ese subir a la montaña para tomar esa planta exótica de la cual solo pocos se atreven a conquistar.
«O se puede pensar en los diez leprosos de los que habla también Lucas, los cuales fueron sanados y se fueron, pero solamente uno volvió a dar gracias: los otros habían sido sanados y así se olvidaron de Jesús. Frente a una fe condicionada por el interés, Jesús reprocha y dice: “Trabajad, no por la comida que no dura, sino por la comida que permanece para la vida eterna, y que el Hijo del hombre os dará”. La comida es la Palabra de Dios y el amor de Dios.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de abril de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Darle gracias a todas las personas que me rodean, por lo que hacen, aunque sea una cosa pequeña.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.