meditacion enero 12 2022

Miércoles 12 de enero de 2022 – «Solo Tú me puedes satisfacer»

Iker Trillas, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor enséñame a ver cómo me amas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido». Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Simón sale a su encuentro y dice a Jesús: “todo el mundo te busca”. Quisiera pararme en la verdad que esconden estas palabras. Simón se refiere a las personas que en ese día estaban buscando a Jesús. Pero en realidad estas palabras se refieren a todas las personas que existen. Son palabras que nos revelan una verdad.

La verdad escondida es que Dios, al crearnos, nos hizo con un compás interior que siempre está apuntando al Norte. Nos hizo con un hambre espiritual que siempre está buscando el Pan vivo. Nos hizo con una sed interior que siempre está buscando el Agua viva. Nos dio un intelecto que siempre está buscando la Verdad. Nos dio una voluntad que siempre está buscando el Bien. Estamos hechos de tal manera que solo podemos ser saciados por Él. Lo queramos o no. Lo busquemos conscientemente o no. Así somos.

Parece esclavizador esto, pero es lo contrario. Es Él qué por ser Dios y por ser nuestro creador es el único que puede saciar las necesidades íntimas y profundas que tenemos. Por ejemplo nuestra necesidad de ser amados. Es Él el que más nos ha amado. Más que tu mejor amigo o amiga, más que tu esposa o esposo más que tu papá o mamá, más que tu novio o novia. Es Él quien más satisface la necesidad que tienes de ser amado. Él es el amor mismo. Todo amor que hayamos recibido de amigos, novios, padres, esposos, hijos nace y tiene origen en Él. Y así con todas las necesidades espirituales e interiores que tenemos. Así con nuestros deseos y anhelos. Todo lo atrae hacia Él no para esclavizarnos, sino para liberarnos y para nuestro mayor bien.

 

«Quisiera recordar que la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de Jesús: «Estuve enfermo y me visitaron» (Mt 25, 36)». (S.S. Francisco, Mensaje de S.S. Francisco para la XXX Jornada Mundial del Enfermo).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Tomate un minuto para agradecer a Jesús que te ama como nadie más lo ha hecho.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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