Miércoles 13 de junio de 2018 – Mandamientos de Jesús.
San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia
H. Alexis Montiel, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Sagrada familia de Nazaret, haz que en nuestros hogares reine la paz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o a los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos.”
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor, parece que no has venido a quitarme el peso que tanto me cuesta, el peso de unos preceptos que muchas veces puedo considerar arcaicos, pasados de moda, que no responden a las necesidades del hombre. Sin embargo, no es así. Al ir viviendo cada uno de los mandamientos me voy dando cuenta que no se trata de una tarea que no sepa hacer, o de un peso insoportable, sino que muchas veces quiero hacer lo que se me pega la gana; incluso me quedo cumpliendo, sí, pero me quedo en lo mínimo indispensable, no soy capaz de darme más allá de lo que se me pide.
Es entonces cuando entras Tú y me mueves, me mandas a ir más allá de lo mínimo indispensable. Eso es el verdadero cristianismo, el que me permite llegar a los confines de la tierra, el que me permite hacer tantas cosas, el que me enseña que no debo de dejar pasar ni la más mínima oportunidad para amar… eso es, amar. Ésa es la respuesta a la llamada de Cristo, ése es el modo en que Cristo mismo me enseña a darlo todo. Cuántas madres veo, empezando por la mía, que se desviven por dar lo mejor a sus hijos; qué corazón no es capaz de conmoverse al sentir la caricia de un niño pequeño, más aún si es un hermanito o cualquier familiar pequeño; cómo no conmoverme cuando un niño le da un beso a sus papás, cuando los papás juegan con sus hijos…
En tantos casos no hay reglas, sólo el amor de la familia que me lleva a hacer lo que sea por los demás. Es a partir de este amor que el hombre sabe ver la ley, no como algo impuesto, sino como una forma de darle perfección.
«Jesús partiendo de los mandamientos, intenta recuperar el sentido verdadero de la ley para llevarlo a su plenitud. Jesús pide siempre algo más generoso, porque el amor es más generoso que la letra, que la letra de la ley. Este trabajo de perfeccionamiento no sirve sólo para cumplir la ley, sino que es un trabajo de sanación del corazón. Hay un camino de sanación de un corazón herido por el pecado original. Y es un camino propuesto a todos, porque todos nosotros tenemos el corazón herido por el pecado, todos. Y ya que Jesús recomienda ser perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial, para asemejar al Padre, para ser verdaderos hijos, tenemos que seguir justo este camino de sanación.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 14 de junio de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Examinar como he dejado de honrar a mis padres y remediarlo de modo concreto.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.