Miércoles 16 de diciembre de 2020 – Acciones más que palabras
H. Erick Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola, Señor, quiero estar un tiempo en silencio para encontrarme contigo; quiero y tengo el deseo de ver tu rostro. Sé que necesito hacer otras cosas, tengo muchas preocupaciones, aun así, me doy un tiempo para hablar y estar contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?». Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: «Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro».
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: «Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El comenzar la oración sin agradecer a Dios su presencia hace que tengamos un fruto menos maduro. Entonces, primero hay que hacerlo pues es un don. Él quiere venir porque Dios Padre ve un reflejo de Jesucristo en nosotros, lo cual es verdaderamente un misterio que sea así.
En el Evangelio Juan envía, sus discípulos se ponen en camino; Cristo da testimonio más con sus actos que con palabras y los discípulos vuelven a Juan con una respuesta. De ver las acciones objetivas, pasamos a la reflexión personal. Nos enfocamos en la acción de Cristo, sus acciones nos dicen quién es; ahora veamos nuestras acciones, ¿qué dicen de cada uno de nosotros? Posiblemente nos parecemos a Juan que envía, o mejor, a los discípulos que están en camino o regresan con respuestas. El llamado más profundo para el cristiano es vivir como Cristo, vivir en Cristo: acciones misericordiosas, puras, paciencia, amor por el prójimo, el poder de sanación de las palabras o pensamientos… Si todas las personas tenemos una sed de Dios, cuando estemos con otros deberíamos preguntarnos, al despedirnos, si logramos que sintieran el amor de Cristo. O al menos sentirse mejor. De esa manera, nuestras acciones estarán revelando la caridad cristiana antes que las palabras, como lo hace Cristo en el Evangelio.
Hay que darnos tiempo para ver dentro y orar sobre las propias acciones. Ver en qué paso nos encontramos, es decir, si somos los enviados o los que regresamos con respuestas; si somos los que están viendo cómo Cristo actúa en la propia vida o en la vida de otros. Al final, agradezcamos por las bendiciones y el amor de Dios por cada uno de nosotros.
«Jesús invitó a sus discípulos a vivir hoy lo que tiene sabor a eternidad: el amor a Dios y al prójimo; y lo hace de la única manera que lo puede hacer, a la manera divina: suscitando la ternura y el amor de misericordia, suscitando la compasión y abriendo sus ojos para que aprendan a mirar la realidad a la manera divina. Los invita a generar nuevos lazos, nuevas alianzas portadoras de eternidad.» (Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ser agradecido con el prójimo, por medio de un gesto o una palabra.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.