Miércoles 16 de marzo de 2022 – «Un Dios que viene a servir, un hombre que muere por ti»
Erick Flores , LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Ven, Espíritu Santo! Me detengo un momento para retirarme al desierto espiritual para encontrarme contigo. Pido por aquellos que buscan la paz y deseo encontrarla para poderla compartir.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28
En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Lo somos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Al inicio del Evangelio, Cristo comparte con sus discípulos cómo será el fin de su propia vida. Cuando hablamos del fin de la vida de Cristo se puede entender de dos maneras. El fin de su vida en un sólo nivel humano y el fin de su vida en un nivel que va más allá, un nivel que une nuestra vida, lo que vivimos hoy, unido a la vida eterna que nos espera. Cristo une el hoy de su vida con la vida que le espera, una vida en unión con su Padre.
Cristo es en este sentido una luz que ilumina nuestra vida de hoy en la casa, en el trabajo, con la familia o con los amigos. Nos motiva a unir nuestra vida de aquí abajo con la vida eterna, que ya está aquí de algún modo en lo profundo de nuestra persona, aunque no completamente. No está colmando nuestros deseos y lo vemos en la madre de los discípulos, desea una posición importante para sus hijos. ¿Qué madre o padre desea lo contrario? A toda madre y padre le interesa que sus hijos tengan una seguridad fuerte, poderosa y grande. La mujer que nos presenta el Evangelio reconoció en Cristo el poder más potente del imperio romano, del mundo. Es una motivación para volver la mirada a Cristo, esperando encontrar a un Rey que nos acoge y nos empodera con su gracia.
El Reino de Cristo tiene un principio muy claro, es el principio del servicio. Entonces, Cristo al querer ser nuestro Hermano Mayor quiere ser el más servicial. Por eso, carga con nuestra resposabilidad de nuestros pecados y hace suyo nuestros castigos. Pensar en mi hermano mayor que dice “la consecuencia que te dio mi papá yo la sufro por ti”. Cristo toma todo el sufrimiento del hombre. Es por eso que Cristo “va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen”. De esta manera, Cristo desea servirnos y te dice: ¿Qué deseas?
Ahora, es timpo para dar tu respuesta. Luego, recuerda que estás de camino, subiendo hacia Jerusalén y Cristo te dice que te ama tanto que ha dado la vida por ti, para que tu salvación. Por último, pidamos por la paz del mundo. Dios te llama a ser su embajador, que ahí donde estés tú, esté la presencia de un Dios que viene a servir. Seamos fuertes y lo lograremos al seguir el ejemplo de Cristo humilde.
«En este relato evangélico, lo que siempre sorprende es el claro contraste entre Jesús y los discípulos. Jesús lo sabe, lo conoce, y lo soporta. Pero el contraste permanece: Él en el camino, ellos fuera del camino. Dos recorridos opuestos. Sólo el Señor, en realidad, puede salvar a sus amigos desorientados y con el riesgo de perderse; sólo su cruz y su resurrección. Por ellos y por todos, Él subió a Jerusalén. Por ellos y por todos, entregó su cuerpo y derramó su sangre. Por ellos y por todos, resucitó de entre los muertos, y con el don del Espíritu los perdonó y los transformó. Finalmente, los orientó para que lo siguieran en su camino». (S.S. Francisco, Homilía del 28 de noviembre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un misterio del Rosario por la paz de mundo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.