Miércoles 20 de febrero de 2019 – Estaba curado y veía con toda claridad.
H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Toma, Señor, mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad; todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Y enseguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?». El ciego empezando a ver, le dijo: «Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan».
Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús pasa cada día por el camino de tu vida y quiere socorrerte en tus necesidades. Sabe que necesitas de Él. Cristo ha venido a «liberar a los oprimidos» pero, para hacerlo, tú mismo debes reconocer aquello que te oprime. Nadie puede ayudar a quien no necesita ayuda. Sólo el que se reconoce necesitado puede ver la mano que se le tiende en auxilio.
En una sociedad en la que ya no existen líneas tan definidas entre lo que está bien y lo que está mal, es fácil confundirse y alejarse del camino por donde pasa Jesús. Algunos estarán metidos en senderos que alteran la visión de la realidad, como el pensar que la vida es una fiesta sin responsabilidades, la pornografía o las drogas; otros estarán en senderos desviados simplemente por no haber encontrado suficiente apoyo y sostén para madurar en el amor y tomar así el control de sus vidas.
Saber reconocer en qué parte del camino te encuentras y ser capaz de dialogarlo con Jesús, te abre plenamente a la experiencia del amor paternal de Dios. ¿En qué parte del camino te encuentras?
«Una palabra de consolación, fundada sobre el hecho de que Dios es padre para su pueblo, lo ama y lo cuida como un hijo; le abre delante un horizonte de futuro, un camino factible, practicable, sobre el que podrán caminar también “el ciego y el cojo, la preñada y la parida”, es decir, las personas en dificultad. Porque la esperanza de Dios no es un milagro, como ciertas publicidades donde todos aparecen sanos y bellos, sino una promesa para la gente real, con virtudes y defectos, potencialidad y fragilidad, como todos nosotros: la esperanza de Dios es una promesa para la gente como nosotros.»
(Ángelus S.S. Francisco, 28 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Invitaré a un amigo a hacer una visita a la Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.