Miércoles 20 de noviembre de 2019 – La vocación al amor.
H. David Sánchez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de aprender a amar como Tú lo haces; que tenga un amor que no se cansa.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén, y la gente pensaban que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:
«Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey, y volver como tal. Antes de irse, mando llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: ‘Inviertan este dinero mientras regreso’.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’.
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a sus empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se presentó el primero y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas’. Él le contestó: ‘Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades’.
Se presentó el segundo y le dijo: Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas’. Y el Señor le respondió: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades’.
Se presentó el tercero y le dijo: ‘Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado’. El señor le contestó: ‘Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno, Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?’
Después les dijo a los presentes: ‘Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez’. Le respondieron: ‘Señor, ya tiene diez monedas’. Él les dijo: Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aún lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia».
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios nos ha dado un don especial que es la capacidad de ser don para los demás, o sea amar. Él ha inserido en nuestros corazones la ley natural del amor, pero depende de nosotros si queremos hacer lo que Él nos pide o no. El amor es algo que no se puede cuantificar porque es especial; necesitamos tener la valentía de amar y no esconder este don de Dios en nosotros; más allá del hecho que Él nos hará rendir cuentas al final del tiempo, el amor debe ser algo que nos mueva desinteresadamente, no por lo que podamos sacar de provecho sabiendo que Dios, infinitamente bueno, nos recompensará por hacer presente su misterio a través del amor.
El amor es por naturaleza difusivo ya que quien ama crea una cadena de amor y donación; aunque no lo logre al primer momento, sucederá, y este ejercicio de amor no disminuye con el tiempo, sino que se va agrandando. El amor es necesario para nuestra vida, es tan necesario que casi pudiéramos decir que valemos de acuerdo con cuanto amamos; y una vida sin amor no valdría la pena ser vivida, tampoco una vida en la que hay un amor que se encierra en sí mismo. En nuestra vida podremos tener muchos errores, pero nunca debemos cometer el gran error de no amar; como decía san Agustín hablando del verdadero amor como donación desinteresada: ama y haz lo que quieras.
La parte final de este Evangelio me hace pensar cómo Dios no quiere que seamos mediocres en nuestra entrega a Él, sino que lo demos todo, porque es un dar que no puede ser parcial.
«El siervo que recibió cinco talentos es emprendedor y les hace fructificar ganando otros cinco. De igual modo se comporta el siervo que había recibido dos y se procura otros dos. En cambio, el siervo que recibió uno, excava un agujero en la tierra y esconce la moneda de su patrón. Es este el mismo siervo que explica al patrón, a su regreso, el motivo de su gesto, diciendo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo y fui y escondí en tierra tu talento”. Este siervo no tiene con su patrón una relación de confianza, sino que tiene miedo de él y esto lo bloquea. El miedo inmoviliza siempre y a menudo hace tomar decisiones equivocadas. El miedo desalienta de tomar iniciativas, induce a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas y así termina por no hacer nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida no hay que tener miedo, hay que tener confianza. Esta parábola nos hace entender lo importante que es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, duro y severo que quiere castigarnos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tomar 5 minutos para reflexionar cómo puedo amar mejor a la gente que me rodea.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.