Miércoles 22 de mayo de 2019 – ¿Qué nos impide dar frutos?
H. Jesús Alberto Salazar Brenes, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Prepara, Señor, mi corazón para poder responder con amor a tu llamada y dar mucho fruto.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ver una viña en tiempo de cosecha es un espectáculo natural que nos hace pensar en este Evangelio. Los racimos están pesados y jugosos, las uvas, al ser arrancadas, dejan la mano llena de dulce néctar. Al mismo tiempo, es una triste panorámica el ver, por esos mismos días, las viñas que han sido descuidadas. Están secas, llenas de hierbas; lo que estaba destinado a ser un fruto no llega a ser ni siquiera un intento de pasa.
Nuestro Señor es el viñador, y Él prepara la tierra, la riega, la cuida de las malas hierbas y las plagas; también es la vid. Una planta vigorosa, fresca, lista para dar todo el fruto. Pero también nos dice que nosotros somos los sarmientos, y de esos sarmientos es de donde sale el fruto por la alimentación que recibe de la vid. Si recibimos todo del Señor, ¿qué nos impide dar fruto? Pero Dios respeta nuestra libertad. En eso reconocemos que somos creados a su imagen y semejanza. A pesar de tener todos los medios para alimentarnos para la santidad como el agua del bautismo, la poda de la confesión, el alimento de la Eucaristía, sin nuestra libertad Dios no nos va a obligar a dar fruto. Sin embargo, si atendemos a la fuerza de la gracia y además ponemos de nuestra parte, el fruto va a ser abundante, jugoso y dulce. Todo para la mayor gloria de Dios. En esto reconocerán que somos sus hijos.
«Además, el “Pan de cada día”, no lo olvidemos, es Jesús. Sin él no podemos hacer nada. Él es el alimento primordial para vivir bien. Sin embargo, a veces lo reducimos a una guarnición. Pero si él no es el alimento de nuestra vida, el centro de nuestros días, el respiro de nuestra cotidianidad, nada vale, todo es guarnición. Pidiendo el pan suplicamos al Padre y nos decimos cada día: sencillez de vida, cuidado del que está a nuestro alrededor, Jesús sobre todo y, antes de nada.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procuraré examinarme y ver si he respondido a Dios de la manera en que Él me ha dado sus regalos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.