Miércoles 24 de noviembre de 2021 – «Así tendréis ocasión de dar testimonio»
Juan Pablo García Hincapié, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias te doy por un nuevo día en el que me das la oportunidad de acercarme más a tu Amor. Dame la gracia para ser fiel hoy a las inspiraciones del Espíritu Santo y ser capaz de unirme más y más a tu voluntad. Dame la gracia de ser capaz de sufrir las contrariedades de este día con tu ayuda.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, estregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El martirio que sufrían los primeros cristianos nos recuerda que para entregar la vida necesitaban precisamente “la gracia del martirio”. El Espíritu Santo era quién los asistía en ese momento de testimoniar su propia fe. Muchas veces vemos que estos grandes mártires fueron preparados poco a poco para llegar a dar su vida por Cristo. El ejemplo de los mártires es el ejemplo para que en nuestra vida también me prepare poco a poco y día a día para poder testimoniar a los demás el evangelio de Cristo. Los pequeños o grandes problemas que hay en nuestra vida nos ayudan a prepararnos para vivir entregándonos por amor.
La entrega que nos pide Cristo es una verdadera confianza sabiendo que Él mismo prepara todo para que seamos valientes testigos suyos. Hoy, quizá Cristo vuelva a repetirnos con mucho amor una y otra vez: “Así tendréis ocasión de dar testimonio”. Acojamos con mucha paciencia nuestras adversidades para ofrecer cada uno de nuestros sufrimientos al Señor y superarlos con su gracia. La entrega de cada uno de nuestros sacrificios al Señor es la extensión de su Reino en el mundo y ese es el martirio que nos pide hoy, ese morir poco a poco a todo lo que nos aparta de Él para vivir en plenitud en su Reino.
«Muchas veces, ante un peso de la vida o una situación que nos duele, intentamos hablar con alguien que nos escuche, con un amigo, con un experto… Es un gran bien hacer esto, ¡pero no olvidemos a Jesús! No nos olvidemos de abrirnos a Él y contarle la vida, encomendarle personas y situaciones. Quizás hay “zonas” de nuestra vida que nunca le hemos abierto a Él y que han permanecido oscuras, porque no han visto nunca la luz del Señor. Cada uno de nosotros tiene la propia historia. Y si alguien tiene esta zona oscura, buscad a Jesús, id a un misionero de la misericordia, id a un sacerdote, id… Pero id a Jesús, y contadle esto a Jesús. Hoy Él dice a cada uno: “¡Ánimo, no te rindas ante los pesos de la vida, no te cierres ante los miedos y los pecados, sino ven a mí!”. Él nos espera, nos espera siempre, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para hacernos fuertes en nuestros problemas». (S.S. Francisco, Angelus, 9 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor no permitas que me olvide durante de este día que cada uno de mis sufrimientos y dificultades pueden unirse a tu gran amor. No permitas que me confié solo en mis fuerzas, sino que sepa que todo viene por gracia tuya. Dame la gracia de testimoniarte con el ejemplo de mi vida.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofrecer mis problemas del día de hoy al Señor y buscar resolverlos agarrado de su mano.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.